Anales I I Zonas lingüísticas.




ZONAS LINGÜÍSTICAS EN 
LA COMARCA DE SEGURA



     De los estudios y recopilaciones léxicas efectuadas hasta el momento presente, puede deducirse que la comarca de Segura y su tierra cumple el papel de núcleo aglutinador en cuyo interior confluyen materiales lingüísticos de muy diverso origen y procedencia, dando lugar a un fenómeno de aglomeración léxica que no ofrece un carácter homogéneo, sino que presenta ciertas diferencias internas.

Del uso del léxico que hacen los hablantes de la comarca, se desprende asimismo la existencia en el territorio de varias partes que se distinguen de otras por la forma en que utilizan la lengua y los elementos léxicos empleados, que marcan las diferencias entre ellas.

Este hecho permite distinguir en su interior determinadas subáreas léxicas, que parecen obedecer tanto a la variedad del territorio, como a la diversidad de  influencias que le han llegado desde el exterior. En este aspecto, de los trabajos recopiladores realizados pueden apreciarse los influjos recibidos que van desde Aragón, Cataluña y Valencia y Murcia, hasta los procedentes de lugares de Castilla, País Vasco, así como de  arabismos,  términos mozárabes, y hasta palabras descendentes de las hablas ibéricas anteriores al latín y naturalmente al castellano.

Otro hecho importante que se registra en el uso del lenguaje es el relacionado con el tipo y características del terreno existente en cada lugar, como en la actividad que desarrolla la población en virtud de la naturaleza del medio en que vive. Estos factores   adquieren gran importancia en una comarca como la serrano-segureña, definida por la gran variedad que posee en sus suelos y aprovechamientos, que pasan desde los pinares boscosos a los parajes de pastos y vocación ganadera, y terrenos agrícolas en que se cultiva el cereal, la vid y el olivar, en los cuales existe un vocabulario peculiar que se refiere a los trabajos, tareas y actividades en que se ocupa la población, enriqueciendo el patrimonio lingüístico de la comarca.
Todos estos factores configuran no solo el uso del lenguaje sino la utilización de una u otra terminología, que dibuja sobre el terreno la existencia relativa de subáreas léxicas. No obstante, como ocurre en toda obra delimitadora, la fijación de una determinada demarcación de subáreas léxicas dentro del territorio de la comarca de Segura, es una tarea aproximativa que no admite unos límites tajantes, sobre todo en un espacio reducido que en su totalidad no ocupa más allá de 1.800 kilómetros cuadrados de superficie. 

En todo caso, y a efectos léxicos cabe hacer una aproximación a la delimitación de las mismas, que sin ánimos dogmáticos podría formularse asi:

  Una primera subárea estaría situada en la parte másoriental de la comarca por terrenos de Siles y Santiago de la Espada, donde prevalece con más intensidad el uso de murcianismos y elementos léxicos aragoneses y levantinos. Una segunda parte del territorio consistiría en la franja situada al norte de la comarca, que se extiende por el corredor hacia Levante donde se encuentran las localidades de Villarrodrigo, Génave y Puente de Génave, en que la influencia del castellano de La Mancha es mucho más visible. Y la tercera subárea léxica estaría ubicada en la zona intermedia entre ambas, ocupando el centro de la comarca en las localidades de Orcera y La Puerta de Segura, que servirían tanto de nexo como de diversificación de las anteriores, y en cuyo seno se produce el desuso de las palabras propias de las anteriores zonas y la aparición de otras distintas que muestran la diversidad existente en toda el área serrano-segureña.

Esta zona central divide a su vez los terrenos montañosos de la parte forestal y ganadera de la agrícola situada en los terrenos más bajos cercanos a los cauces de los ríos, y al mismo tiempo sirve de conexión entre ambos mundos léxicos mediante la  aglutinación de elementos lingüísticos de uno y otro campo.
  
      En el centro de la comarca segureña aparece representada en blanco la subárea intermedia que sirve de enlace entre las mencionadas franjas norte y sur, en la que comparecen elementos lingüísticos de todas las regiones que rodean el dominio por los cuatro puntos cardinales, cuyos núcleos de población sirven de puente entre el mundo de la montaña y del agro, en los casos de Orcera, La Puerta de Segura y el valle de Gutamarta segureño, como poblaciones que participan del léxico, ideas y costumbres de dichas parcelas porque están entre ambos, observándose en ellas un mayor grado de cohesión lingüística y de origen o evolución más modernos, frente al mayor primitivismo del léxico de los hablantes que residen en los extremos del territorio, de lenguaje más conservador y arcaizante.
La primera zona señalada como 3a corresponde a la franja situada al norte del territorio comarcal, y se caracteriza por recoger en su léxico un gran número de mancheguismos.

     La segunda señalada como 3b podría definirse como zona de transición lingüística, en cuya habla aparecen términos que forman parte del léxico de las dos zonas del norte y sur del espacio

     La tercera zona, marcada como 3c, se extiende por la parte de alta montaña, forestal y ganadera, de cuyos modos de vida participa, como de las ideas, creencias y costumbres diversas regidas por un mundo simbólico más antiguo, y por tanto, de léxico más arcaico.             

     Las notas que especifican dichas zonas no se limitan solamente al lenguaje y a ciertos rasgos lingüísticos, sino que se corresponden también con otros aspectos del sistema cultural, apreciables en costumbres, juegos y deportes o creencias. Algunos referentes diferenciadores entre estas subáreas pueden ser la práctica de juegos tradicionales de los bolos serranos o de la bolea; la celebración simbólica de la expulsión del diablo el día de San Marcos en los pueblos agrícolas, o la espera de Santa Quiteria en la alta sierra; la concepción de los festejos taurinos o la distinta percepción del territorio, sin olvidar naturalmente las divergencias y variaciones léxicas existentes entre dichas parcelas de la comarca.

      En este sentido, las diferencias lingüísticas del territorio se corresponden con las de otros rasgos culturales, de tal manera que existe un cierto paralelismo entre los mapas léxicos del espacio y los relativos a los deportes populares, actos rituales, modalidades gastronómicas,  folklóricas, ideas y creencias u otros rasgos secundarios.

A.F. Idáñez de Aguilar
Doctor en Filología Hispánica

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