El Político
liberal defensor de su País y del tesoro económico, ecológico y cultural que
guardaba. Diputado provincial y Valedor de sus paisanos
El capítulo – III – se titulaba: El estratega defensor de su tierra
de la invasión francesa, en este que iniciamos, no nos referiremos a la
defensa militar de la Sierra
de Segura, el país de nuestro personaje, sino a la defensa que marcó toda su
vida, la conservación de los bosque de su tierra, su mayor riqueza económica,
como también la riqueza ecológica y cultural de dicha tierra, que dieron a
conocer en sus escritos, tanto D. Pedro como su hijo menor.
A raíz de dichas
Ordenanzas se nombra a D. Antonio,
Inspector de la Dirección General de Montes creada por Javier de Burgos en el Ministerio de Fomento. El nuevo Inspector de Montes no olvida las intervenciones de su amigo años anteriores, en
1822 en el borrador de las Ordenazas y en 1829 como se decía en el párrafo
anterior, por lo que con su apoyo, D. Pedro inicia en 1833 una brillante
carrera político-administrativa, como se testimonia a continuación.
Por Real orden del 22 de febrero de 1834, se le confiere comisión regia
“para que examine la administración de
los montes de Segura de la
Sierra , Almadén, Río Tinto y para otros objetos importantes
al mismo ramo”. La minería antes y después del tiempo al que nos referimos,
consumía madera en rollo, apeas, y
escuadrada para entibar y forrar las galerías, por lo que cada zona minera
tenía adscritos montes para el suministro de maderas. De ahí, que como se
recoge en el Informe de D. Agustín Álvarez de Sotomayor: “Las minas de Linares desde su
creación tuvieron designados los montes de dicha villa, Baños y Martín Mulo”.
De esos daños nos da cuenta su hijo en sus Memorias, en los párrafo que
se trascribía en la
Introducción y que ahora es obligado repetir: “Acéfalo el
establecimiento de los montes de Segura,...en el año de 1836, los
Ayuntamientos, los particulares, todos se persuadieron de que la hora de
destruir los montes había sonado, y así fue que las talas y cortas de árboles
de aquel año y siguientes son asombrosas, sin exageración”.
La etapa más brillante de la carrera político-administrativa de nuestro
personaje culmina, como se trascribía de las Memorias en capítulos anteriores y
ahora también es obligado repetir, aunque mutilada: “....en el año 1837 se
puso al frente de la administración de montes un hombre cuya apología no
me permiten hacer los sagrados vínculos de sangre; ...el que sin guardas, sin
manos auxiliares, sin nada absolutamente, ha sabido si no cortar el mal de
raíz...., por lo menos contenerlo acertada y prudentemente”.
Una vez mas tenemos que reiterar, que el autor de las Memorias, Juan de
la Cruz , por su
edad, 22 años, y por su carrera, Licenciado en Jurisprudencia, no tenía
conocimiento de muchas materias de las que trata en su libro y entre ellas, la
que se expone en la Memoria
Segunda , titulada: Sobre los vegetales del
Partido de Segura. En la redacción de dicha Memoria copiaría papeles de su
padre, papeles que éste guardaba de los inventarios florísticos por él
realizados, previa consulta y con la colaboración de su amigo Botánico, D.
Antonio Sandalio de Arias.
La riqueza ecológica de la referida Memoria Segunda queda
plasmada desde el principio y en la introducción de su Párrafo 1º, exalta
la Biodiversidad
al escribir: “Uno de los dones que la providencia ha concedido a los
mortales es sin disputa alguna la inmensa variedad de árboles que forman
nuestros hermosos bosques y deliciosas arboledas, y en la conservación de
aquellos y estas deben interesarse todos los hombres amantes de la hermandad y
del bienestar de sus semejantes”.
A esta bella reflexión siguen unos párrafos de disculpa del autor al
abordar: “...Materia tan vasta para ser tratada debidamente una pluma mejor
cortada que la mía....Tampoco es posible dar una idea acabada de cuantos
vegetales pueblan esta comarca privilegiada...”. Acabando las disculpas de
esta forma: “Nuestro propósito en suma, repetiremos una y mil veces, es
instruirnos y ser útil al país, para conseguirlo pondremos todos los medios que
a nuestro alcance estén”.
La primera planta que cita y describe es el tomillo, “thymus
vulgaris varietas”, le sigue el Lirio amarillo, el Orégano, la Pamplina ,..., el
Espliego, la Zamarrilla ,
el Cantueso,...., la Borraja ,
el Crisantemo, el Culantrillo de pozo,..., la Peonía , la Lechetrezna, la Adormidera ,... y la
última, la
Zarzaparrilla. Terminando : “Basta ya, amigo lector, basta
el número explicado de vegetales para no abusar de tu paciencia. Si mas nos
extendiésemos te atediarías y te abrumaría un fastidio inexplicable”.
Para terminar con el tesoro ecológico que guardaba y guarda los Montes
de Segura, trascribimos la pregunta que se hace el autor de las Memorias y
parte de su contestación.
“¿Qué diremos de este país por sus aires, montañas, aguas, metales,
calidad de sus terrenos, árboles, arbustos, plantas y otras muchas cosas?
Diremos que sus aires son puros, purísimos, saludables, vigorizan
asombrosamente la vegetación y nos proporcionan unos bienes sin cuento. Sus
montañas son elevadas, ásperas; son las arcas de nuestras abundantes y
cristalinas aguas, y la habitación del ligero gamo, del cerduno jabalí, del
lobo voraz y de otros muchos y varios animales que las pueblan. Las aguas son
riquísimas, puras, digestivas y abundantísimas, y destinadas solo a apagar la
sed de los naturales, a purificar los aires, a alimentar sabrosas y exquisitas
truchas, peces, anguilas, y a fecundar los campos prodigiosamente”.
Por último, del tesoro cultural, sólo resumiremos de los dos libros de
Juan de la Cruz ,
las Memorias y el Estudio sobre el Ramo de Montes, la documentación histórica
que sin duda le proporcionó su padre, por las razones antes dichas de su
juventud y desconocimiento de otras materias ajenas a un Jurista.
De la Memoria
Primera : “Antigüedad histórica de Segura”,
obviamos el Párrafo 1 y sólo apuntamos: “El Rey D. Alfonso dio a los
caballeros de Santiago Segura y sus tierras...”. Esto es plenamente
histórico, como recoge la
Bula Pontificia de Inocencio IV, fechada en Lyón el 7 de
septiembre de 1243. Este documento trascribe la carta que expide en Murcia, en
fecha 5 de julio de 1242, el Infante D. Alfonso (después rey Alfonso X),
donando al Maestre de la Orden
de Santiago, D. Pelayo Pérez Correa: “...la dicha Segura...con todos sus
términos nuevos y antiguos...”. (Páginas 91, 92 y 93 del libro Cosas de
Moratalla).
Al final de las Memorias se recogen con el título de NOTAS una
documentación histórica, que estamos seguros copió su padre de los originales
guardados en diversos archivos, en su época de Escribano de Numero y Notario
del Reino. Dicha documentación es la siguiente:
NOTA NÚMERO 1º: FRAGMENTO del Libro de fuero de Segura.[1]
NOTA NÚMERO 2º: PRIVILEGIO DE BAYONAS antigua Villa de Segura
NOTA NÚMERO 3º: “Ramón López Cavañero, Escribano del Rey N. S.
público del número de esta villa, y
único secretario del Ayuntamiento Constitucional de la misma.- Doy fé:...”. Describe seguidamente la
reunión de los comuneros del partido de
Segura celebrada en el monasterio de nuestra Sra. de la Peña , el 27 de Julio de 1580, por las que los vecinos
se dieron sus propias Ordenanzas, después ratificadas
por Felipe II al año siguiente, el de 1581.
NOTA NÚMERO 4º: Carta del Rey Carlos I, de fecha 31 de Julio de 1523, contestando la presentada por varios vecinos
de Siles en el capítulo general de la Orden
de Santiago celebrado en la villa de Valladolid.
NOTA NÚMERO 5º: Carta del Rey Enrique IV, dada en Salamanca el 6 de Febrero de 1476, a favor de D. Alfonso
Vázquez de Acuña, Obispo de Jaén, resarciendo
las tropelías hechas por el tirano D. Pedro Girón.
NOTA NÚMERO 6º: Ordenanzas sobre las Sierras de Agua
NOTA NÚMERO 7º: Distinción concedida por la Marina a Miguel Fernández Magaña, vecino de la villa de Villanueva del
Arzobispo.
NOTA NÚMERO 8º: Decreto del Consejo de Regencia por el que: “Se
derogan y anulan en todas sus
partes todas las leyes y ordenanzas de montes....”
NOTA NÚMERO 9º: Sentencia dictada en Infantes el 8 de Julio de1532, por
la que se resolvía los continuos
pleitos y disputas entre las villas de Segura y Siles,
NOTA NÚMERO 10º: Soto de San Agustín de Bayonas.
NOTA NÚMERO 11º: Real Orden de 3 de Febrero de 1713, dirigida a
los Reverendos Priores, Vicarios
Generales, Provisores, Párrocos, y otros cualesquiera.
Prelados de los Conventos y territorio de las Órdenes de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa.
Mi colaborador, Enrique Martínez Cobo, confirmando las excepciones de
nuestro personaje en su enfrentamiento contra el clero; especialmente, si se
trataba de un cura liberal y amigo suyo, me ha proporcionado lo que se
trascribe seguidamente: "El señor D. Pedro Martínez hizo ver las
noticias que se le comunican de padecimientos sufridos por D. Raimundo Velasco,
cura de Génave, por las facciones que han invadido aquel fundo, y tomándose en
consideración a la par que sus circunstancias particulares, se rebajó a 1.100
reales la cantidad que se le asignara por la Junta en concepto de donativo”.[3]
........................................................
[1] El Fuero de
Segura de la Sierra. Emilio de la Cruz Aguilar.
Estudios en homenaje al profesor Juan Iglesias. Vol. 2, 1988,
ISBN 84-600-5405-5, pags. 681-692.
[2] En la
Nota 9 se decía: «los
Comisarios de Montes eran los Jefes provinciales de la Administración Forestal
de aquellos tiempos»
[3] Libro de actas de la Diputación (sesión de 12-11-1836)
-
XI -
Actuaciones
importantes del Diputado Provincial en la primera Corporación de Jaén[1].
Entre esas disposiciones dictadas por los Pueblos, sin duda el
Comisionado por la Diputación Provincial tendría en cuenta, la que recoge su
hijo Juan de la Cruz en la NOTA NÚMERO 3º de sus Memorias, como se decía al
final del capítulo – X - y ahora se repite: “....la reunión de los comuneros
del partido de Segura celebrada en el monasterio de nuestra Sra. de la Peña , el 27 de Julio de 1580,
por las que los vecinos se dieron sus propias Ordenanzas, después ratificadas
por Felipe II al año siguiente, el de 1581”.
[1] Hubo otras dos
Corporaciones fallidas, las de los años 1813 y 1820, periodos liberales
anteriores.
[2] Como se decía al final del capítulo –V -: “.... se le requiere
al Perito Agrónomo y Catedrático de Agricultura para que delimite la provincia
de Jaén en su parte oriental...
[5] Son los que copia su hijo Juan de la Cruz y ven la luz en su libro
Estudios sobre el Ramo de Montes con el título: VISITA DE LOS MONTES
DE SEGURA.
No podemos concluir estos Apuntes Biográficos sin resaltar la preocupación
de su protagonista en dos vertientes, primera, en que sus paisanos mejoraran su
vida y segunda, en que sus hijos recibieran instrucción. Con respecto a la
primera, el Catedrático de Agricultura y Perito Agrónomo, crea en su tierra una
Escuela Práctica de Agricultura y Montes, de la que ya se ha dado constancia.
En las propias fincas agrícolas y forestales de D. Pedro se harían las
prácticas de dicha Escuela y entre ellas, se impartiría la plantación de olivos
en tierras de secano como explicaba la Cartilla Elemental
de Agricultura de su amigo D. Antonio Sandalio, de la que repetimos lo ya
trascrito: “amplios hoyos al marco real, a 40 píes de distancia entre si,
plantación de una a tres estacas de una vara de largo y grueso como el de un
astil”. De lo que se deduce, como ya se ha apuntado, que el Perito Agrónomo
y Catedrático de Agricultura fuese el principal promotor de la expansión del
olivar en su tierra.
Pasemos a la segunda vertiente, a la que dedicó la última etapa de su
vida el Valedor de sus paisanos, el que los hijos de éstos aprendieran a
leer y escribir. Inicia dicha etapa como Diputado provincial, consiguiendo que la Corporación comisione
a su hijo Juan de la Cruz ,
a la sazón recién Licenciado en Jurisprudencia, para que visite todos los
pueblos de la Sierra
de Segura e informe del estado de la educación en los mismos.
El informe que le encarga la Diputación de Jaén al hijo del Valedor de sus
paisanos, se recoge en sus Memorias, una de ellas, la Tercera , se titula: De la Educación , y su estado
en el Partido de Segura. Por su interés trascribimos como se inicia: “Como
quiera que en nuestros escritos sobre el partido judicial de Segura de la Sierra hayamos indicado mas
de una vez, y repetido mil que la causa inmediata de los males que afligen a
nuestros compatriotas es a no dudarlo la ignorancia, falta de luces y defecto
de educación....”.
Con los datos que se recogen en el Párrafo titulado: Estadística de
las escuelas del Partido de Segura de la Sierra , se ha confeccionado la relación de
los pueblos que integraban dicho partido, ordenados según número de habitantes
y para cada uno de ellos, el número de niños registrados en cada escuela
pública.
PUEBLOS POBLACIÓN ESCOLARIZACIÓN
Villas Nº vecinos Nº habitantes Nº de niños %
Santiago de la Espada: ...1.039 ................4.260 60 1,4
Beas de Segura 883 3.098 100 3,2
Siles 516 2.580 100 3,9
Segura 330 1.650 9 0,5
Pontones 330 1.650 0 0,0
Orcera 280 1.405 76 5.4
Villa Rodrigo 180 905 35 3,8
Puerta 177 885 9 1,0
Benatae 160 800 16 2,0
Genave 130 650 30 4,6
Torres de Albanchel 108 590 14 2,4
Hornos con Bujaraiza 100 500 51 10,2
TOTALES 4.233 18.973 500 2.6
La última columna de la relación anterior indica en tanto por ciento,
los niños de cada escuela en relación con el número de habitantes del pueblo al
que pertenecen. Aunque las cifras no puedan tomarse como tasas de escolaridad,
al no conocerse el total de niños en edad escolar, si son indicativas del
interés de ciertas villas por mejorar la instrucción de sus vecinos y la
desidia manifiesta de otras en la educación de los niños. Destaca entre las
primeras, la villa de Hornos (10,2%) y de las segundas, la Cabeza de Partido, Segura
(0,5%). Estas diferencias se explican en la Memoria Tercera y se resumen a continuación.
La escuela de Hornos para niños gratuitos de ambos sexos, estaba a
cargo del teniente cura de la
Parroquia , habilitado por el Ayuntamiento para ejercer el
magisterio, ejemplo del interés de las Autoridades en la instrucción de sus
vecinos y la respuesta de éstos, pues los niños que concurrían a la escuela
eran 51, 27 varones y 24 hembras, posiblemente todos los del pueblo en edad
escolar.
No pasaba lo mismo en Segura, cuyo Ayuntamiento Constitucional
incumplía la normativa sobre escuelas de instrucción primaria elemental. Aunque
en años anteriores, había existido una escuela pública dotada 1.642 reales, que
se pagaban con fondos de propios. En el año de la visita, solo había una
escuela privada para niños a la que concurrían sólo nueve, todos gratuitos.
La ineptitud de los encargados de las escuelas estaba generalizada en
todos los pueblos, excepto en las villas de Orcera, Benatae, Siles y Beas, que
estaban a cargo de un titulado con certificado de habilitación para la
enseñanza. En esta última villa, Beas, en las Relaciones de Felipe II del año
1575, se cita un Colegio de Niños con internado, antecedente de la escuela del
año de la visita, a donde concurrían 100 niños, 80 pobres y 20 pensionistas.
La asistencia tan baja de niños a la escuela en la villa de Santiago y
nula en la de Pontones, sin duda se debía, a que dichos niños se dedicaban al
cuido del ganado. En la ganadería se basaba la economía de las referidas
villas. Pero esto de los niños pastores, también se daba en los demás pueblos
de la Sierra
de Segura y se ha mantenido hasta mediados del siglo XX.
A las deficiencias anteriores se añadía, que a los niños pobres no se
les proveía de material didáctico: pizarra, papel, lápiz y claro está, de
libros. Por último comentaremos, que sólo dos escuelas estaban a cargo de
curas, que cobraban los reales con las que estaban dotadas, la de Hornos, como
se ha dicho, y la de Torres de Albanchel.
Si iniciábamos el resumen del contenido de la Memoria que trata del
estado de la educación en el Partido de Segura en 1842, transcribiendo el
primer párrafo, concluimos también, con la trascripción de lo que deja escrito
su Autor en los últimos párrafos, dice:
“....imposible fuera terminar
esta memoria, sin que previamente hagamos entender que allá en los desiertos de
Guntar, Borosa y otros mil sitios escarpados de la sierra, hemos encontrado
muchas veces criaturas de tres o cuatro años, que solo tenían la figura de
racionales, criaturas que se asombraban a nuestra vista y de nuestro trajes, y
criaturas en fin que aun no habían recibido el ser de gracia y el carácter de
cristianos.¡OH y cuanto padecía nuestro corazón en aquello instantes, y cuanto
nos irritaba tan escandaloso abandono!.
Multitud de reflexiones, ora
dolorosas, ora terribles asaltaban mi mente, y esas mismas reflexiones son las
que en estos momentos nos arrancan la pluma de los dedos, porque seguir
escribiendo cuanto allá vimos y observamos sería un soberano escándalo en el
siglo 19, una injuria a la moderna filosofía, y una mengua para nosotros”.
Que en la referida Colonia existiesen terrenos de regadío,
posibilitaría que su propietario, continuase con dichos colonos, la Escuela Práctica
de Agricultura antes referida, introduciendo nuevos cultivos entonces
desconocidos en su tierra, con las semillas que trajo de sus viajes y plantones
de nuevos árboles frutales, que se injertarían con las tres técnicas: escudete,
púa y corona, que se describían en la Cartilla citada de su amigo D. Antonio Sandalio
de Arias.
Recuperando las Memorias del referido hijo, hilo con el que hemos ido
hilvanando los rasgos biográficos de nuestro personaje, resulta un
contrasentido que su padre pasase a la historia con el referido sobrenombre de el
Diablo, cuando a él se debía, como se decía en el capítulo – X - , la
documentación histórica que con el título de NOTAS se recogen al final del
libro citado, tesoro que guardaba el biografiado de su época de Escribano de
Numero y Notario del Reino.
Que entre dichas notas, la NÚMERO 1º: FRAGMENTO del Libro de fuero
de Segura, figurase en las Memorias, tiene un valor incalculable, pues
entre los desaguisados cometidos por los franceses a su paso por la Sierra de
Segura en el año 1810, los más graves fueron los incendios de Iglesias,
Edificios históricos y Archivos. En el de Segura se conservaba el Libro de
fuero del mismo nombre, que fue pasto de las llamas. No serían los últimos
papeles quemados.
Decimos lo anterior, porque en septiembre del año 1836, como también se
recoge en las Memorias y se ha reiterado en los capítulos anteriores, una
partida de latro-facciosos Carlistas, procedentes de La Mancha y
capitaneada por un tal Peñuelas, llega a la Sierra de Segura. Se dedican al
saqueo de los pueblos, como hicieron en 1810 los soldados de Napoleón, y si
entonces se pudieron salvar los Archivos de la Marina, gracias al celo de
ilustres serranos que escondieron los papeles, no pasó lo mismo 26 años mas
tarde. Con dichos papeles se hizo una gran pila en el centro de la plaza de
Orcera, donde estaba el Caserón de la Marina y se le prendió fuego.
De parte de esos papeles, los de mayor interés, como también se ha
dicho, y en concreto, los que comprendía la Visita a los Montes de Segura,
realizada por la Administración a la que estaban adscritos, La Marina,
ya había hecho una copia El liberal
Escribano del Número y del Juzgado de Montes de la Marina. Copia que incluye su hijo Juan de la Cruz en
su segundo libro, ya referido en otros capítulos.
Por lo anterior, de nuestro protagonista puede decirse lo mismo que
escribía su hijo en las Memorias, que con en sus trabajos, sólo se había
propuesto: “ ser útil a mi país: si
lo consigo quedaré completamente recompensado de mis trabajos”. Este signo
de humildad no le debió gustar a los paisanos envidiosos de la fama adquirida
por D. Pedro, al que le dieron el sobrenombre de El Diablo.
La usurpación de terrenos del Estado en la Sierra de Segura, también la
extiende el Comisario de Jaén, ahora con fundamento, a dos enemigos de D.
Pedro. El Expediente recoge dos denuncias contra D. Juan Pedro Aguilar, vecino
de Segura, y D. Francisco de Paula Ruiz, Presbítero de Siles, añadiendo: “Al
propio tiempo llama la atención a Vuestra Señoría respecto a la escandalosa
usurpación de dichos sujetos y otros cometen incesantemente en los montes del
estado apoyándose en escrituras y participaciones de bienes todos defectuosos;
de todo lo cual dimana el haberse hecho dueños de terrenos inmensos y los más
frondosos de la Sierra”.
Esa escandalosa usurpación de los montes del Estado había sido objeto
de muchos escritos de D. Pedro, porque como se decía en el capítulo – IX -, era
el autor casi exclusivo del Informe
del Gobernador Civil de la provincia de Jaén, D. Agustín Álvarez de Sotomayor,
que en fecha 3 de Abril de 1841, dirige al Excmo. Sr. Ministro de la
Gobernación de la Península.
“....en el año 1837 se puso al frente de la administración de montes un hombre cuya apología no me permiten hacer los sagrados vínculos
de sangre.....ni tampoco oyeron las fundadas comunicaciones del ilustrado
administrador de Segura don Pedro Fernando Martínez, el que sin guardas, sin
manos auxiliares, sin nada absolutamente, ha sabido si no cortar el mal de
raíz...., por lo menos contenerlo acertada y prudentemente”.
Por último, se ha de resaltar la constante y ardua
labor a lo largo de toda su vida en la defensa del Patrimonio Forestal de su
tierra, por el que se le
puede atribuir el calificativo del Primer Administrador, Defensor y Conservador de los antes Montes de Segura,
hoy Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, como se
recoge en Notas a pie de página y que se ha tomado como subtítulo de estos
Apuntes Biográficos.
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