Anexos del Libro


  


ANEXO

POLÉMICA en el periódico el ECO DEL COMERCIO,
entre El serrano observador (D. Pedro Fernando Martínez) y
El defensor del arbolado (Ex Ministro de la Marina).

o       Artículo publicado en los Números 61 y 62, del 30 de junio y 1 de julio de 1834, firmado por: El serrano observador
o       Réplica del artículo anterior publicada el 20 de julio de 1834, firmado por El defensor del arbolado
o       Contra réplica de El serrano observador, publicada el 4 de abril de 1935.



ECO DEL COMERCIO
Artículo publicado en los Números 61 y 62, del 30 de junio y 1 de julio de 1834, firmado por:
El serrano observador (D. Pedro Fernando Martínez)



Señores Redactores del Eco de comercio. Los desvelos de nuestra amada Reina Gobernadora para hacer la felicidad de todos los habitantes de sus bastos dominios y dar impulso a la agricultura, comercio y montes, son ya tan manifiestos que no pueden dejar de trasmitirse de generación en generación, y llegar a la mas remota posteridad  la memoria de sus beneficios.
Poseída ya la fundada esperanza, y llena de la sincera gratitud que deben inspirar a todo buen español los benéficos decretos de la Reina Cristina publicados en nombre de su augusta hija Doña Isabel II, he creído que es llegado el día venturoso que renaciendo, por decirlo así, de la abyección y decadencia, en que se halla sumida de muchos años a esta parte una porción del suelo español, digna de mejor suerte, goce del halagüeño porvenir que se espera y  del estado feliz que promete a todos la soberana y maternal solicitud.
Hijo de la Sierra de Segura, tan rica en los dones de la naturaleza, aunque empobrecida y anonadada, a causa de las infinitas trabas que obstruyeron la felicidad de sus moradores, veo con dolor los males que circundan, y los obstáculos que sin cesar se  han puesto al aprovechamiento de su riqueza para privarles de la felicidad y opulencia, de que podían gozar; pero como se dijo por la comisión encargada de formar la nueva ordenanza, parece haberse puesto empeño, no como quiera el alejar el interés con el que todo hombre cuida y defiende su hacienda, sino en convertir a los dueños de montes en enemigos causantes de los incendios y mejoras de sus montes y preciosas haciendas.
Las observaciones que por espacio de 40 años tengo hechas y vistas en toda esa Sierra me han proporcionado rigurosos conocimientos de su antigua población, de su actual estado, de la calidad de sus terrenos, de sus muchas fuentes y ríos , de sus arbolados, de su agricultura y ramos anejos a ella, de su industria y comercio, y finalmente de los padecimientos de sus naturales, que sumidos en la miseria claman por el preciso remedio y lo recibirán sin duda de la excelsa madre de sus pueblos, la reina Cristina que acogiendo bajo su protección soberana las exposiciones que le dirijan los moradores de los montes orospedanos, invocando su  amparo y patrocinio, colmará su ansiedad, enjugará sus lágrimas y satisfará sus necesidades.
Nadie puede dudar que los montes se Segura y sierras accesorias estuvieron en otros tiempos poblados de venturosos y corpulentos árboles puesto que lo atestiguan no solo los documentos antiguos, sino también los posteriores y casi de nuestros días. Los empleados nombrados por el ramo de la marina en virtud de la visita hecha por  ellos mismos en 1751, es decir tres años después de establecida la ordenanza de 1748 se dieron por entregados de 380 millones de árboles de varias especies; no obstante que en 1733 se habían cortado en los mismos montes 5 millones de pinos para la fábrica de tabacos de Sevilla, cuyos datos justifican can asombrosa ha sido, es y será la producción de sus feracísimos terrenos, siempre que se manejen con inteligencia, orden y buen método, como antes se verificaba, siendo solo  el mas poderoso agente de tanto bien y prosperidad, conservada por largo tiempo y entregada a la marina al establecerse la infausta ley de montes de 1748, el interés peculiar de los pueblos y de los fondos públicos , auxiliados por las sabias ordenanzas que regían en aquel, sancionadas en 1581 por el señor Felipe II. La abolición absoluta de etas sabias ordenanzas, y la invasión que por las de 1748 se hizo de toda heredad en que se encontraba ya o nacía después un árbol, mirado como objeto de dominación  del nuevo juzgado de la marina, menguó la real jurisdicción ordinaria, despojó a las corporaciones municipales de su alcancía y beneficios en este ramo, abrió el camino de las competencias entre las autoridades, nació la baja de los fondos públicos, pues faltaron los ingresos que proporcionaban los montes, se oprimió con larga demanda a los propietarios y a los colonos, que les era forzoso abandonar sus tierras tan pronto como empezaban a poblarse de árboles, cuyas semillas esparce en aquellos montes con profusión la misma naturaleza, y conducen los vientos con facilidad a todas partes.
Despojados los propietarios por un medio tan injusto del derecho de usar de sus facultades dominicales, vejados de mil formas y maneras por  los agentes del gobierno designados por las ordenanzas, expuestos siempre a las formalidades de causas ruinosas sin mas motivos de porque nacían en sus propias heredades árboles que habían de cortarse para otro dueño, era muy natural la queja y reclamaciones de aquellos mismos que experimentaban tantas y tan atroces persecuciones  de aquí se siguió que los empleados de la marina para llevar a cabo tamañas vejaciones y consolidar su ominoso y despótico imperio imputará sin verdad y justicia a los naturales los daños que por incendios, talas y otros deterioros sufrían los montes en diversas ocasiones; siendo así que como se ha patentizado después lejos de ser los tales empleados el único baluarte defensa de aquellos montes y los que debían haber trabajado en aumentar su precioso arbolado han causado muchas veces los mayores  estragos y han dirigido sus miras únicamente a poner demandas, formar causas y exigir derechos, imponer penas y buscar recompensas a su manera.
De aquí ha resultado que tales empleados con procedimientos tan contrarios a los fines y objetos para los que el gobierno los nombró han paralizado los deseos de los labradores que  anhelando por beneficiar y aprovechar sus propias tierras para recoger en ellas los frutos que mas pudieran convenirle han encontrado en ello su ruina por las persecuciones y ejecuciones clandestinas y denuncias que estos le han puesto.
Podría dudarse de la certeza de estos sucesos sino estuviera publicado la pobreza y despoblación  del país en todo lo que alcanza la jurisdicción de la marina; pero la aniquilación del ramas que constituían su antigua riqueza, así como feracísimos terrenos que antes producían infinitos  y hoy se miran abandonados por sus dueños, justifican los muchos males causados por aquellos empleados y su juzgado arbitrario; así pues se debe extraerse que la multitud de quejas, reclamaciones y súplicas de corporaciones y particulares hayan ocupado al gobierno en tantas ocasiones cuantas ha sido la miseria, la desgracia y la opresión en los que  los tenía sumidos aquel juzgado les haya permitido hacerlo.
A los procedimientos del juzgado de montes de la marina y a la arbitrariedad con que ha procedido en todo  se atribuye con sobrada razón no sólo el aborrecimiento que los naturales de la sierra de segura deben tener a los árboles con que puebla y engalana la naturaleza aquellas montañas, sino también la despoblación del país; sobre la cual el cálculo mas moderado gradúa en 2.500 el número de vecinos en los 41 pueblos que comprende únicamente por las persecuciones, causas ruinosas y vejaciones importantes producidas por el juzgado y sus dependientes. (Se continuará).
  
  


Concluye el artículo remitido inserto ayer
No han sido menos desastrosos los manejos de los empleados de marina en los montes de Segura, relativamente al aumento de su arbolado, a las cortas, al aprovechamiento de sus maderas, y a las conducciones de estas a los reales arsenales, que los ya manifestados con relación a los habitantes, a su agricultura, industria y comercio; y puede muy bien asegurarse que, tan aciagos y desconcertados han sido sus procederes en ambas cosas, que con dificultad  podrá señalarse cual de ellas es mayor, y por lo mismo  cual influyó mas su ruinosa administración.
Por lo que a mi toca, aunque pudiera enumerar con exactitud los males que ha ocasionado el referido juzgado y sus dependientes, me limitaré a decir que registrados los preciosos escritos de los mas acreditados gefes y oficiales del cuerpo de marina, se enterará cualquiera de lo que hay en el particular, mediante a que sujetos tan ilustres han clamado contra el abandono y ...... desprecio con el que los empleados en los montes de Segura  han disminuido el beneficio de los pinares, sin cuidar jamás de su fomento. En los escritos y exposiciones de celosos marinos y gefes de alta graduación, consta que en las cortas de maderas y conducciones de pinadas, han sido tales los desórdenes y agravios que han sufrido los caudales del gobierno, que el codo cúbico de madera cortada y conducida por el negociado, que salía a la marina con todos los gastos a unos 500 reales de coste, hubo y habrá siempre particular que le de 100 rs.  Y aun a 50 el codo de la mejor y mas bien reconocida calidad, cuya enorme diferencia manifiesta bien claro la dilapidación y manejo seguido en este sólo ramo. De aquí es, que siempre se ha clamado contra tales abusos y cualquiera que dude de tales verdades puede leer la preciosa memoria sobre los montes de Segura, reimpresa en 1825, del señor don Martín Fernández Navarrete: también pueden verse las cartas sobre el juicio crítico de la marina del señor Salazar, y otros muchos y preciosos escritos dirigidos al trono, implorando la soberana protección ,y pidiendo no sólo el remedio político a unos males de tanta importancia y trascendencia, sino también la extinción o al menos la reforma del juzgado de marina de Segura.
La conducta pues, de los empleados de la marina en las subdelegaciones de los montes de Segura de la sierra, ha llegado generar un odio mortal e implacable contra los bosques y precioso arbolados de estas sierras, tanto que el odio de muchos labradores y ganaderos hubiera deseado ver convertidos en cenizas por un fuego del cielo los muchos millones de pinos apreciables que forman un fondo de inmensa riqueza. Además, extendiendo arbitrariamente el juzgado de la esfera de sus atribuciones y cargos, se introdujo con imprudencia a dominar e intervenir en los terrenos de dominio particular, y luego que nacía un árbol en ellos evocando a su jurisdicción el conocimientote los montes que n le pertenecían, de cuya resulta eran numerosísimas las causas y expedientes que por demandas y persecuciones se formaban cada año; motivo por el que ha sido siempre creciente  la progresión del encono concebido por los naturales contra el arbolado que produjo en tiempos más felices el bien estar de los pueblos de esta comarca. Los encargados de su custodia y conservación por el ramo de la marina en vez de dispensar al labrador, y en general a todos los sencillos habitantes de estas tierras la protección debida, se esmeraron en afligirlos, perseguirlo y mortificarlos de mil modos, y ha sido tal esta persecución que se han visto familias arruinadas  cuando por desgracia suya se atrevieron a cortar un pino o cualquier otro árbol que necesitaron para proporcionarse algún útil absolutamente necesario en su labranza, caseríos, etc..
Tales y tan espinosas calamidades a los moradores de los pueblos encasillados en la sierra de Segura el establecimiento de las ordenanza de 1748, con el cual y por el cual vino el azote tremendo de los empleados de marina y de su ominoso juzgado; pero el sabio, virtuoso y maternal gobierno de la augusta Reina Cristina, tan afanada como infatigable para hacer la felicidad de los pueblos que la Divina Providencia ha puesto a su cuidado, aumentar su goce, propagar las luces, multiplicar sus propietarios, y fomentar las fortunas de sus súbditos; conoció desde luego que no podía lograrse la conservación y prosperidad de los montes bajo el régimen de las antiguas ordenanzas, leyes,, decretos e instrucciones del ramo y por lo mismo decidió subrogarlas, y con ellas ha dispuesto que desaparezcan también los juzgados llamados impropiamente de conservadurías, cuando han sido un centro  de ....... y trabas expuestas. Los males que por las tales ordenanzas se han causado, han sido de tal naturaleza y tan espantosamente crecidos, que si todavía se ven algunos puntos poblados de arbolado, se debe sólo a la inagotable fertilidad de la tierra, a los esfuerzos de la naturaleza, y a causas puramente locales que no han podido aniquilar los empleados del ramo, y con especialidad los de la marina. Por fortuna de este país y de la España entera se ven hoy cumplidos los votos de los buenos con la soberana sanción de S. M.  se ha dignado dar a las nuevas ordenanza de montes publicada el 22 de diciembre último, y es de esperar que establecida del todo tan sabia ley, cesen para siempre los agravios y atropellamientos sufridos hasta aquí, mayormente cuando se deja claramente conocer que, así como es nueva la marcha  de la misma ley establecida en beneficio de los montes, serán también nuevos los agentes que deben ejecutar cuanto en ella se previene en beneficio de los pueblos.
A la sombra benéfica de una ley tan justa como sabiamente entendida tomará la agricultura el ensanche conveniente sobre los terrenos capaces  de producir frutos óptimos sin menoscabar la extensión de los montes susceptibles de crea un buen arbolado. La población rural adquirirá el aumento consiguiente a la tranquilidad,, paz y ventura, que van a disfrutar los naturales de estas sierras , y de los demás puntos de la península, tan sólo con restituir a sus legítimos dueños el derecho que les pertenece de justicia amparándolos en  el libre y justo ejercicio de sus facultades dominicales de que estaban de hecho despojadas, y por último extinguido para siempre el juzgado de marina con su odiosa autoridad, influjo y dependencias rebosará la alegría en los corazones de tantos desgraciados cuantos son los habitantes de los cuarenta y un pueblos a los que ha empobrecido aquel juzgado por las injusticias manifiestas de sus agentes.
Si, señor editor, la aurora de la felicidad ha amanecido para los españoles, y alentado yo con la fundada esperanza de que la augusta Reina Gobernadora bajo su manto y soberana protección todas las  exposiciones que se encaminen  a la propiedad individual de sus amados vasallos para que de ella resulte la del estado plenamente aclarada por lo que me atrevo dirigir a Vd. estas rústicas observaciones a fin e que si le parecen oportunas las de publicidad en su bien recibido y justamente generalizado periódico; aunque si su toso estilo, mal lenguaje o desordenadas ideas, la califica vd. de inadmisible o despreciable, su autor se conformará con quede sepultada  en un profundo olvido, sin quejarme jamás de su fallo, en el cual daré a menos una prueba de la sinceridad con que satisface a vd.  su seguro servidor Q. B. S. M. = El serrano observador. (*)




ECO DEL COMERCIO
Replica publicada el 20 de julio de 1834, que hace al artículo del Serrano observador publicado en los Números 61 y 62, del 30 de junio y 1 de julio de 1834, firmada por:
El defensor del arbolado



Sres. Redactores del Eco del Comercio.- Cuando los desvelos de nuestra amada  reina Gobernadora se dirigen a conseguir la felicidad de todos los españoles de ambos mundos protegiendo y fomentando con sabios decretos los manantiales de la riqueza pública, ven que algunos hombres llevados de su particular conveniencia, procuran labrar su felicidad a costa de sus semejantes. Siendo mi deseo que la agricultura, el comercio y las artes lleguen al grado de prosperidad que S. M. se ha propuesto, no puedo continuar pasivo retardando por mas tiempo el contestar el artículo comunicado sobre montes por el observador Serrano, inserto en los números 61 y 62 de su apreciable periódico.
Aunque no soy serrano, soy observador  de los abusos de algunos hijos de la Sierra, que siguiendo una conducta singular, se han adquirido cierto renombre peregrino en su país y sus talentos muy aprovechados se hacen temer de los hombres sencillos y  logran sorprender  la buena fe de los incautos. Es bien cierto que el comercio, la  agricultura y las artes, no pueden florecer sin el auxilio del arbolado que es la primera  materia constitutiva  de  sus adelantamientos.
Sin escuadra que protejan la navegación y conserven los dominios de S. M. en Ultramar no puede el comercio hacer sus expediciones y faltando estas expediciones deja de hacer acopios de ciertas materias que no se sacan de las manos de los labradores en ruinas y aquí tienen Vds. el enlace que reina en nuestros días  entre los dos ramos de las riquezas públicas.
Por igual razón se marchitan las fabricas y las artes si carecen de madera que es el alma de sus
establecimientos, El observador Serrano para no contrariar estos principios ha procurado poner en conocimiento sus vagas teorías, elogiado en cierto modo el arbolado para formando inculpaciones a la autoridad de la marina de Orcera, a cuyo cargo estaba la conservación de los mismo, suponiendo que las reglas  porque se gobernaba, que  son las establecidas por las ordenanzas del 31 de enero de 1748 han acelerado su ruina. No pudiera decirse mas por Cortadillo y Rinconete para encubrir sus rapacidades. Atribuir el observador  Serrano la destrucción y ruina del arbolado a una ley que le ponía trabas para impedirla y obstruye sus ambiciones y deseos,  es la anomalía mas clara en que pudo haber incurrido. La Jurisdicción de marina, como conservadora, ha cumplido exactamente lo prevenido por la real orden de 13 de septiembre de 1815, que dejó fuera de ella los montes de propiedad  particular.
No faltó hijo de la Sierra de Segura que previniéndose de esta justa libertad, quiso hacer suyo lo que por sus títulos de propiedad no le correspondía y oponiéndose el juzgado de la marina de Orcera a mirar las ambiciones que ocasionaban la ruina de los pueblos y de los ganaderos, hubo de consultar y resolverse por S. M. la real orden de 18 de marzo de 1816, que, entre otras cosas, dice: “Que la excepción concedida en la real orden del 13 de septiembre de 1815  y  real cédula de 19 de octubre siguiente se, emprenda en los montes y arbolados cuya propiedad particular haya sido  legítimamente reconocida, suspendiéndose a los supuestos poseedores de todo aprovechamiento, oponiéndose a ello los ministros, comandantes militares o subdelegados hasta que sea comprobada su legitima pertenencia”. Con semejante precepto quedó conciliado el derecho a la verdadera propiedad  con la conservación y defensa de los montes comunes y de realengo, que algunos hijos de la  sierra de Segura trataban de usurpar bajo múltiples pretextos.
Aunque se publicó y circuló esta real Orden, no pudo conseguirse que el que se jactara de principal poseedor de montes de dicha sierra, presentase los títulos que determinasen el número de fanegas de tierra poblada de árboles que eran de su pertenencia, porque aspiraba al disfrute de inmensos terrenos extraños. Como talaba y destruía a su antojo, e incendiaba 
maliciosamente los montes, suponiéndose propietario, fue denunciado hasta 15 veces, e indultado por S. M.; pero jamás se le pudo acarrear que presentase sus legítimos títulos porque los pocos que posee se hallan enmendados. Con astucia y travesura propia del diablo, supo burlar por muchas veces los llamamientos del juzgado de montes y al fin ha podido lograr sorprender la justificación de otros superiores del ramo en la actualidad, para poderse aprovechar de lo que es de los pueblos con perjuicio del arbolado, de la agricultura y de la ganadería.
Me parece Sr. Director, que el observador Serrano queda convencido que la  jurisdicción de montes de Marina de Segura de la sierra no ha puesto traba alguna a los verdaderos propietarios y solo ha fijado su justicia en no permitir aprovechamientos de árboles, a lo que careciendo de legítimos títulos por no haber querido presentar o tenerlos, le suspendió el uso de sus facultades dominicales como supuestos poseedores.
Este mismo concepto se previene, aunque con alguna diferencia en la nueva ordenanza de montes, de 22 de diciembre de 1833, y a su pesar elogia el observador Serano, porque sabe que sus títulos de propietario de montes jamás saldrán a la luz, asegurado de si supo burlar con su listeza y sagacidad  las providencias del juzgado conservador de la Marina, mucho mejor lo hará ante las justicias locales que le tienen por su genio amenazador  por sus particulares circunstancias que le dan renombre. Por otra parte conoce que para sus miras de aprovecharse de montes que no son suyos, le es muy acomodado la cita de las ordenanzas porque son muy pocos los preceptos que terminan el la conservación y fomento del arbolado que ha dejado en absoluto olvido el proveer a la marina de las maderas en el arsenal de la Carraca para donde es fácil la conducción por el río Guadalquivir y para el apostadero de Cartagena por el Segura. Que igualmente no se reserve arbolado alguno para el servicio público y del estado, que no cierra la puerta para las conducciones fraudulentas de maderas por los conductores que no van autorizados con los documentos necesarios que acreditan s legítima pertenencia y procedencia. Y en fin por otras muchas razones que estrecho círculo de este escrito no permite enumerar, pero que el sabio congreso haciendo uso del derecho de petición, se espera lo ejercitará fijando sus miras en un ramo de la administración pública, por cuya consideración se haya consignado en Francia el Ministerio de Hacienda, y como tan necesarios para la Marina militar ha fijado trabas muy estrechas a los propietarios de montes en su código y ordenanza real, que conciliando sus derechos dominicales en cuanto al valor de los árboles, solo puede aprovechar  la Marina los que se reconocen útiles para el uso de los reales arsenales marcándolos y pagando su importe.
  Si, Sres. Redactores, este el ejemplo que nos da  la nación vecina, donde las libertades públicas son el Norte de su legislación, porque sabe que del fomento y conservación del arbolado depende la felicidad de los pueblos, la defensa del estado y el adelantamiento de sus gloriosas campañas de Ultramar; y esta es la  aurora de la  felicidad que amanecería en breve a los españoles si desprendiéndose de las vanas teorías del observador Serrano, imitamos el ejemplo de nuestros vecinos, conservando y fomentando en nuestro suelo el artículo mas provechoso para subsistencia de la vida humana. Si a Vds. le parecen congruentes estas reflexiones podrán servirse insertarlas en su preciable periódico para que no se crea que son exactas las producidas por la actividad del hijo de la Sierra como se apellida
Se ofrece a Vds. Su seguro servidor Q. S. M. B.—El defensor del arbolado.(**)



ECO DEL COMERCIO
Artículo publicado en el Número 339 de 4 de abril de 1835,
firmado por:
 El serrano observador (D. Pedro Fernando Martínez)



Sres. Redactores del Eco del Comercio: Cuando vi que Vds. Tuvieron la bondad de insertar en los números 61 y 62 de su apreciable periódico  mis toscas observaciones sobre los montes de Segura, y abusos del juzgado de marina y sus empleados, cubrí ánimos para ir dirigiéndoles algunas otras cosas que con documentos de todas clases comprobasen  las continuas y vejaciones con que arruinan a los hijos del país, y que fuese notorio a todos los españoles  el modo de enjuiciar, seguir y sentenciar las causas de montes que diariamente se producen en el juzgado del ramo que reside en Orcera, arrabal de Segura.
La nueva ordenanza que ha sido publicada y circulada en todos los pueblos de la sierra y pudiera poner remedio la tienen en asfixia su empleados, porque sus artículos y sabias disposiciones no convienen con las arraigadas costumbres de los guardas y curiales, que apoyados por manos ocultas aspiran a que sobrevivan los abusos y no sean oídos los ayes de bastantes desventurados que cayeron en manos de  estos famélicos cuadrúpedos.
No se admiren Vds. que acompaño documentos que atestiguan mis observaciones; porque así se prueban los dichos cuando no se quiere dejar en duda o se huye de replicar probando su inexactitud.
Que el juzgado de montes sujeto a la jurisdicción de marina en Segura y sus Subdelegaciones, componen 41 pueblos con 12 aldeas, y que estos contienen 26.537 vecinos con 103.397 almas, lo verán en dos estados que acompaño con los números 1º y 2º. En ellos observarán que en el día pertenecen dichos pueblos a tres provincias, y que la extensión de territorio que comprende la marina es nada menos que 667 leguas cuadradas, que equivalen a decir que salen 40 vecinos por legua cuadrada, y cuya despoblación se atribuye justamente a los funestos efectos del jugado de montes y a los buenos deseos con que se han comportado los empleados del ramo, que por mal nombre se titulan defensores del arbolado.
En el estado número 3º el que tenían los montes de estos 41 pueblos y que los empleados del ramo se dieron  por entregados en 1790 de 264.481.053 árboles de todas las clases. Riqueza asombrosa que habían conservado los naturales, sin intervención ni desvelo de los guardas y curiales del jurado que 40 años antes se había apoderado de este tesoro para esterizarlo y hacerlo improductivo. Pues aun hay mas.
En el año 1750 se hizo la primera visita de estos precioso bosques, y de esta operación resultó que había en toda la extensión de los montes de la que acababa de apoderarse el gobierno el asombroso número de árboles de todas las especies de 434.451.279.
El defensor del arbolado podrá tildar al serrano observador, si probase  por las acertadas providencias del juzgado de marina y montes de la sierra de Segura existían algunos millones mas de los que resultaron de la visita de 1750. Mas a buen seguro que no sacará una cuartilla de papel para acreditar la mas leve operación de escarda, limpia y beneficio de los montes que custodiaron por espacio de 500 años los honradísimos serranos sin la ordenanza de 1748 y la vigilancia de los guardas.
No puede dudar el titulado defensor del arbolado que en 26 de abril de 1738 informó al gobierno el capitán de fragata D. Juan Valdés, como en el reconocimiento que había practicado de los pinares de estas sierras, había encontrado árboles de hermosa madera aptos para arboladura, con tal que se sangrase, se beneficiase y se preparase  cual era necesario; por cuyo medio se ahorraría el Estado las cuantiosas sumas con las que anualmente contribuye a las potencias del norte por un artículo, que beneficiado por sus empleados en el ramo, le produciría ahorros de grande importancia.
Saber que por los años de 1733, el ingeniero director de la fábrica de tabacos de Sevilla D. Diego Bordié, después de reconocer las maderas de varios edificios de aquella ciudad, procedentes de los montes de Segura, declaró que estas eran muy superiores a las extranjeras; y no ocupar sus cuidados y celoso ministerio en hacer plantíos de álamos, escardas y clareos de espesas e impenetrables pimpolladas, limpias y desbroces de chaparrales que por  su espesura   no progresan; tampoco conviene a estas desidiosas holganzas el epíteto de defensores del arbolado.
Tener noticias positivas de las estafas y corrupciones de los guardas, de las inteligencias  privadas de algunos empleados, de los manejos ocultos de los curiales, y cediendo todo en daño de los montes y ruina de los desventurados moradores de esta sierras, no ejercitan la ley penla de las ordenanza, para castigo y escarmiento de los prevaricadores, al mismo tiempo de dar alivio a los inocentes y calumniados labradores; es querer que el imperio de Neptuno, se absorba el reinado de Ceres, a 40 leguas de las playas del Mediterráneo y 80 de las del Océano, para que haya pinos y no hombres.
No crean Vds., señores redactores, que son destituidas de autoridad estas verdades.
Dijeron las Cortes de Cádiz que, con  el justo fin de deprimir los montes y plantíos de dominio particular de la opresión y servidumbre  en que por un espíritu mal entendido de protección los han tenido hasta ahora las leyes y ordenanzas tan contrarias al derecho de propiedad, como opuesta  a la libre acción  del interés individual imposibilitado por ellas de fomentar esta preciosa parte de la agricultura, y deseando que al mismo tiempo los propietarios entren en el goce de sus legítimos derechos se eviten a todos los españoles las vejaciones y perjuicios que han sufrido por los juzgados particulares de este ramo, y los abusos de sus dependientes. Decretan etc. “.
Se vieron estos pueblos de nuevo hostilizados con renacer el juzgado extinguido tres años antes, y asustados todos dirigieron  reverentes exposiciones al trono para su reforma: alo menos fueron sus preces oídas; y se creó expediente con audiencia de muchas villas, y otras autoridades celosas e imparciales. La copia  num. 5 es la respuesta fiscal que se dio en el negocio de la cual se evidencia «que de seguir la comisión de marina y montes en Orcera según estaban en 1818, la agricultura, la ganadería, montes y plantíos, y cuanto constituye la riqueza de un país, vendrá presto a su total ruina, causando la aniquilación y miseria de aquellos naturales».
El juicio imparcial y sana crítica con que Vds. distinguen las cosas y las personas, harán que fallen entre esta declaraciones de tanta gravedad , y las que el defensor del arbolado publica para que se conozca  la inculpación de estos empleados cuando dicen que solo la diablura de Rinconete y Cortadillo, sería osada para mancillar  el honor y celo del juzgado, al que se le han descubierto las malas tretas.
También es de copiar que han dicho dos antiguos empleados en lo montes y sus diversos ramos de administración sobre las buenas obras de juzgado que defiende el que se da el nombre de defensor del arbolado.
Al departamento de Cádiz dirigió  un experimentado dependiente de la marina en Orcera unos apuntes y en ellos dice: «Es preciso por lo tanto e indispensable confesar, que los reglamentos particulares, órdenes e instrucciones que ha regido desde 1748 para el gobierno y administración de los montes de la provincia de Segura de la Sierra por las que se ha guiado  para dar todas sus disposiciones en el ramo  el juzgado llamado conservador de montes, une a su arbitrio ha procurado dar todo el ensanche que le ha acomodado aquellas y hacer miles abusos, han sido causa para destruir y aniquilar los arbolados mas preciosos y proporcionar la ruina a los habitantes de la sierra, destruyendo no paulatinamente, sino a carrera abierta, los interesantes ramos de la agricultura y ganadería; por manera que sin exageración puede afirmarse que las fortunas, industrias y trabajos de los labradores y ganaderos de la sierra y su valle, ha venido a servir únicamente para el pábulo y socaliñas de la tropa de mandarines de que se compone el juzgado de conservaduría y sus dependencias».
Dijo otro:«Por lo mal que ha probado en esta provincia las ordenanzas de montes que han regido hasta el decreto de las Cortes , de 21 «de enero de 1812, y lo mucho que han destruido e irritado aquellos naturales los procederes de varios dependientes de este ramo, no menos que la de el tribunal en las ocasiones que había  ministros, auditores y escribanos, poco considerados y de mala intención, han resultado quemas muy considerables de preciosos arbolados que han puesto a mano los denunciados destruidos,, y perdidos ya en el despique, por una mal entendida venganza. También los mismos dependientes han puesto fuego a mano por fines depravados.
Corten en buena hora lo que les acomode para sus casas y poblaciones y demás inversiones provechosas, sin que tengan sujeción a las restricciones que sufrían antes;  y le producían perjuicios incomparables por todos estilos, contra toda razón que los hacía dignos de la mayor lástima. Se pueden citar muchísimos ejemplares de cortas mal hechas, cuyas maderas puestas en Sevilla aun antes del año de cortadas ha llegado podrida quedándose ahogada en el camino; otras que no se han sacado del monte donde se cortaron gastándose infinito; y finalmente mil desastres ocurridos en estas comisiones, por los vicios apuntados o por ignorancias vencibles o invencibles, todo lo cual se ha ignorado en las superioridades por haber llegado tan disfrazadas las noticias de esta clase de acaecidos, como puestas y dadas por los mismos que han sido causa de tan malos resultados».
Me parece que estas dos autoridades me libertarán de la censura tan criminal que me pone en su conciencia el defensor del arbolado, porque la confesión de parte releva la prueba. Y sin embargo con licencia de vds. y del Sr. Defensor, amen del respetable público quiero preguntar al panegirista del juzgado y dependientes de los montes de Segura,¿por qué fue el encausamiento que preparó con robusta pruebas un ministro  contra un auditor, ya mas de 36 años hace?. ¿Qué se contenía en siete arrobas de papel que ocupaba el encausamiento de un mayoral de alto cargo de la marina y otros empleados que todos comían a costa de los caudales del estado?. ¿Qué motivos hubo para procesar a un comisario de pinadas sobre sus cuentas de navegación y datas asombrosas de gastos?. ¿a dónde se fueron 15.00 de duros que la Real Hacienda dio en 1815 para cortar 1.000 cargas de madera que casi todas se han podrido en los montes habiendo derribado para ello sobre 6.000 pinos de asombrosa magnitud?. ¿En qué pararon las causas sobre estafas de dos o tres guardas que fueron hallados como in fraganti?. ¿Y en qué ha consistido el subido precio de costes y costas que por administración han tenido las maderas de Segura y de que tan ingenuamente tratan los informes que pusieron en 1811 los ministros de Hacienda y Marina, el ingeniero general el archivero de la secretaría de estado de la Marina, y por último, el Sr. D. Martín Fernández Navarrete, a quien el 10 de abril de aquel año se le pasó todo el expediente?. Véanse las cartas del juicio crítico de la marina.
Así que con mucha razón se lamenta y declama el Excelentísimo señor secretario de estado y del despacho del ramo, del abatimiento y pobreza en que se haya la marina real de España, y sus más beneméritas clases.
En cuanto a los gefes que se ha denominado ministros de marina y subdelegados del negociado, han percibido sueldo por todos lados; como jueces conservadores de montes ganaban 11.000 rs., como subdelegados de negociado otros 11.000 rs. u 12%), por administradores del arbitrio de Guadalmena (¿).000 rs., y luego por otras gabelas, de casa  pagada, abono de luz, dos porteros con clase de guardas con 5 rs. y hasta el tanto por ciento de los caudales que manejan por indemnización en el cambio de la moneda.
Yacían los pobres moradores de estas sierras, o más bien los 41 pueblos como el paralítico de la Piscina sumidos en el abatimiento mas insufrible, y puestos en tributos todos los rendimientos de sus escasas fortunas para que se hayan regalado los guardas y otros subalternos del juzgado de montes.
El juzgado de marina y montes tiene innumerables trabas puestas a los ganaderos de esta sierra; se apoderó el año de 1751 de un terreno baldío donde hizo doce dehesas para con el producto de sus pastos pagar los guardas de montes. Esta extensión de dehesas  contiene cerca de doce leguas de superficie y es el sitio más benigno y templado para los inviernos, donde los ganaderos apacentaban sus rebaños y tenían las parideras sin menoscabo de las crías: ahuyentó con subir las tasas de estas yerbas  a los naturales para dar acogida a los extraños, y de día en día fue disminuyendo el número de ganaderos y los que han quedado; en muy reducidos atajos, han convertido sus hatos y numerosas manadas.
En los tiempos crudos y nevosos, si acuden a sacar licencia para socorrer a los animales con ramón de encina, son tantas las fórmulas y diligencias previas que deben gestionar en el juzgado, y los días que invierten en ir y venir a Orcera que prefieren, o dejar morir de hambre los ganados, o arrastrar el riesgo que un guarda los vea, y tener que pensionar los esquilmos del ganado o de la labranza para tapar la boca al famélico y despiadado guarda celador. Tributo de lana tributo de queso, de cordero o de alguna oveja o cabra para hacer cocina, que aquí llaman salón; hasta de las basuras hacen fruto estas sanguijuelas, porque a los tímidos labradores le mandan redilar bien el terreno donde han de echar en pinjar de cáñamo y patatas, y los tales guardas celadores comercian con sus destinos  y obtienen por tan detestables medios, abundantes cosechas de toda clase de frutos y semillas sin que les cueste una gota de sudor.
Sin duda que tan reprobados manejos y el reato que estos traen a los arbolados para su daño y menoscabo, no llegaron jamás a noticia del celoso defensor  a quien impugno, porque debiendo penetrarse de cuanto mal se sigue a los montes, cuya conservaduría y fomento dice ser el lema del juzgado no es creíble ni cabe en conciencia que se dejen impunes tan escandalosos procederes.
Volveré la hoja de esta leyenda, a ver si en el artículo de fomento y propagación de los árboles se encuentra algún beneficio de estos bosques, ya que por el lado de la conservaduría no se ven mas que prevarículos, males si cuento y abandono el más escandaloso.
La ordenanza de 1748 previene que se hagan escardas, podas, entresaques y clareos para la más rápida vegetación de los árboles, también previne el modo de beneficiar las leñas y los árboles que se inutilizan por varias causas naturales.
Un siglo hace que se dieron muchas noticias al gobierno y a la marina, y 83 años que esta se apoderó de más de 400 millones de árboles de todas las especies que confesaron sus empleados haber reconocido y hallado en estas tierras.
El defensor del arbolado podía haber dicho en sus impugnación a mis observaciones, que si en las primeras visitas no se conocían las 35 especies de pinos de las que habla con extensión los más celebres botánicos, ya los había dado a conocer este celoso ministro,  y buen servidos de S. M., como él se dice, y hecho que los guardas se ocupasen asiduamente en esta recuela montaraz; y si no habían distinguido entre los árboles plandíferos[1] (***) mas que el roble y la encina, desconociendo las 75 especies de este genero de árboles, era porque ignoraban la importancia y valor de estas maderas para la construcción naval, y no cuidaron de cumplir con los arts. 6º y hasta el 18 de la ordenanza de 48 que era y ha sido su alcorán.
¿Cómo  de acreditar que la antigua ordenanza y tantas órdenes especiales y generales que se ha recibido en este juzgado para la beneficiación y mejora de estos montes no han sido postergadas y sin ejercicio cuando no se ha visto un guarda que haya dado un solo golpe de acha  a un pino para beneficiarlo? ¿Dónde los productos de la pez, el alquitrán, el aguarrás  elaborados con materias resinosas, útiles en la brea y carena de los buques?. ¿Dónde la venta de maderas elaboradas por el aprovechamiento de árboles caídos y dejados podrir en el monte?. ¿Dónde en fin, las alamedas  que poblasen tantas vegas y riberas de los ríos para recreo y utilidad de los naturales, sostenimiento de labores, carretería y obras públicas y preservación de los montes que la naturaleza ofrece pródiga y asombrosamente?.
El defensor del arbolado podrá decir donde se hayan estas ventajas producidas por la conservación de estas sierras, porque yo no la he hallado,  sólo puedo decir, que del juzgado de montes, es tal la opinión y tales las obras que me sobran dedos de las manos para enumerar sus amigos, faltan arenas en los ríos de estas sierras para contar sus enemigos, con lo que concluye su ratificación este su afectísimo seguro servidor de Vds. Q. B. L. M.. Sierra de Segura 28 de septiembre de 1834. = El serrano observador.



(*) Artículo trascrito de la copia digitalizada de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional.
(**) Como se decía en la Nota (*), este artículo se  ha trascrito de la copia digitalizada de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional

[1] (***) Se debe referir a los árboles de hoja plana conocidos como frondosas.

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