Prólogo y algunas precisiones sobre Cultura Popular

CULTURA POPULAR
EN LA SIERRA DE SEGURA

Jose Luis Garrido González
Jose Luis Garrido Sánchez


Foto cedida por la Asociación para el Desarrollo Rural de la Sierra de Segura




Castillo de Segura de la Sierra



Prólogo
En el número 2 de la Revista de cultura tradicional El Toro de caña, que edita la Diputación Provincial de Jaén se incluyeron unos Apuntes etnográficos de la Sierra de Segura. Decíamos en ellos que no teníamos la intención de colaborar a mitificar comarca alguna pero resultó muy difícil rehuir el enamoramiento por los montañosos ambientes rurales. Si algún objetivo nos propusimos en aquella publicación fue el de dar a conocer una forma cultural en vías de extinción, sometida a una fuerte erosión: procesos de desarrollo, asentamiento de personas de culturas muy diversas, también extranjeros, emigración, turismo.
Enfriada nuestra inicial pasión, hemos tratado de aportar una más completa visión que permita apreciar que el hombre es un ser social, productor de una cultura y una civilización a través del espacio y del tiempo y que esta cultura es un contrapoder, una función pedagógica dirigida a la liberación individual y colectiva, capaz de tener en cuenta que todo hombre, como decía Gramsci, es un intelectual, y que sólo la crueldad social y la educación elitista destruyen ese principio de la dignidad humana
Ahora la incógnita que se nos plantea no es otra que la de averiguar si se está cumpliendo la clásica tesis según la cual así como el contexto material determina el ser de las personas, éstas pueden cambiar con su acción el mencionado contexto: nos paseamos por la sierra, vemos La Toba, La Matea, Pontones, Santiago, cualquier rincón: puertas de hierro, azulejo visto, aluminios en las ventanas, los ostentosos barracones metálicos con enormes techumbres de uralita multicolor como apriscos de ganado, el horroroso pavimentado en la Huelga Utrera, soberbias casas rurales construidas con la sabiduría de siglos transfiguradas en «chalets acosados», carriles convertidos en carreteras de ocho metros de asfalto, tendidos eléctricos que atentan contra el ecosistema...
Valle de Los Anchos
Se puede constatar, con una simple mirada, el mucho y eficaz esfuerzo realizado desde la administración local y autonómica. En estos días se van a comenzar las obras del Hospital Comarcal y esto es soberbio pero, aún así, la población diseminada deberá seguir acudiendo por sus propios medios a las consultas, invirtiendo muchas horas para la ida y vuelta, y con la enfermedad "puesta": fiebre, resfriados, gripes, lesiones, etc. Son muchos grados de marginalidad sufridos durante décadas.
Hemos rescatado un texto de la Revista Lope de Sosa, año l925. Se informa de una reunión de la Diputación provincial en la que se acuerda formar una «comisión de autoridades y de representaciones técnicas» para que "visite la región de Sierra de Segura, tan rica por sus producciones y hermosa por su naturaleza, como precisada de remediar su aislamiento y de que se acuda a sus necesidades en todos los órdenes en que el Estado debe colaborar al desenvolvimiento cultural y económico, progresivo, de los pueblos".
Continúa la reseña con la composición de la comisión y un resumen del viaje. Y concluye: El estudio hecho de las necesidades de todos los órdenes, en la región de Sierra de Segura, ha de producir resultados inmediatos en los aspectos de cultura, sanidad, beneficencia y comunicaciones, allí muy necesarias, como necesarios son igualmente el impulso del fomento agrícola y el dar a conocer la belleza de aquellos campos, inagotable tesoro para el turismo y para el arte.
No indica la referencia de tan famosa publicación si los miembros de la Comisión conocían, por ejemplo, el «Viaje por las escuelas de Andalucía» de Luis Bello o los escritos de Juan de la Cruz Martínez que eran prácticamente contemporáneos.
Estas tres aportaciones analíticas sobre la comarca de la Sierra de Segura comparten las mismas valoraciones: admiración, atraso, injusticia. Recogemos de Luis Bello: " Tengo el secreto que buscaba y puedo revelárselo al lector sin confusiones y sin gestos inútiles. Para el motivo de estos viajes ir a Jaén, y dentro de Jaén a Orcera, y dentro de Orcera a Santiago de la Espada, era como llegar al Polo. i No hay más allá! Posee la sede hispánica de la ignorancia absoluta, y si fallara la explicación del caso extremo, fallaría lo más digno de ser conocido en una Visita de Escuelas. Es decir: fallaría toda la explicación. Para darla seguiré plan distinto del que he llevado hasta ahora. Téngase en cuenta que no voy al azar sino guiado por los datos oficiales. La cifra se descifra por sí misma. Pero,¿por qué? ¿Cuál es la razón de que en esta Sierra de Segura vivan los pueblos más ignorantes de Andalucía? ¿Es la raza? ¿Es el suelo? ¿Hay otras Hurdes bárbaras por incapacidad de la tierra? No anticipo aquí la respuesta que irá dándonos cada paso del viaje. Santiago de la Espada aparecía desde la Loma de Úbeda como algo inaccesible, o por lo menos de difícil e innecesario acceso. - ¿Va usted a llegar allá? Asegúrese bien. Lleve buen guía. Imagine usted que ni ellos mismos conocen el camino, que no es camino, y en sus días de nieve y niebla el campanero toca la campana para que la gente del monte sepa dónde está el pueblo».
Aldea de Los Anchos

Algunas precisiones conceptuales
Uno de los temas que ha generado mayor discusión en la construcción y en el enriquecimiento de la teoría antropológica ha sido el concepto de cultura. Este hecho ha permitido conocer la construcción del pensamiento antropológico y la posibilidad de observar los planteamientos epistemológicos de los diferentes teóricos, en tanto que dichos planteamientos se enmarcan dentro de las principales corrientes intelectuales que se expresan en su formulación como parte fundamental del desarrollo científico. En este sentido, la antropología como ciencia ha hecho grandes aportes a la comprensión y estudio de las diferentes culturas. Se puede decir que partió de análisis básicos del estudio del comportamiento humano, hasta lograr construcciones más complejas que van más allá de la sola cultura material. Desde una perspectiva histórica, la discusión en torno a este concepto también ha posibilitado el diálogo con otras ramas del conocimiento.
Por eso no se puede hablar exclusivamente de cultura desde la antropología, sin tener en cuenta factores fundamentales de la economía, la sociología, la psicología, la historia, la filosofía, entre muchas otras que le aportaron elementos de análisis para su definición.
Nuestras concepciones, que se reflejarán a los largo de las páginas siguientes, se mueven entre los polos que marcaron Tylor y Malinowski. Para el primero, cultura es «aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad». La importancia del análisis de lo individual y lo colectivo radica, para Tylor, en la coherencia entre los dos, pues si esto no se tiene en cuenta, pueden ser excluyentes en un momento determinado de la investigación.
El altiplano Campos de Hernán Pelea
Malinowsky adoptó un enfoque más amplio, se interesó por todos los aspectos del individuo. Propuso que el hombre varía en dos aspectos: En cuanto a lo físico y en cuanto a la herencia social, o cultura. La cultura es un todo funcionalmente integrado, y la investigación debe de estar precedida por el análisis funcional de esta y plantea que la cultura: «incluye los artefactos, bienes, procedimientos, técnicas, ideas, hábitos y valores heredados (...) el lenguaje, forma parte integral de la cultura (...) no es un sistema de herramientas, sino más bien un cuerpo de costumbres orales". Como dice Parsons, «el problema de Malinowsky fue el de hacer comprensible a los europeos contemporáneos que conviven la conducta mágica y la realista».
De esta amalgama surge la consideración de que el territorio es patrimonio. En puridad, la parte del territorio que es nuestro patrimonio se ejerce y es apropiada individualmente en la forma de paisaje: una lectura de la realidad que extrae los fundamentos de un vínculo cultural que acaba siendo territorial.
Los elementos del patrimonio cultural son puntos distinguidos de los lugares, contienen una fuerte carga simbólica y de significado, son iconemas (símbolos contenedores de significado). Conforma una realidad cultural indisoluble: una comarca.
En las últimas décadas, se han realizado numerosas valoraciones a fin de determinar la validez del término comarca.
Esta palabra procede del germánico mark, que significaba región fronteriza, con el sentido de zona militarizada, en los primeros tiempos del Medievo. Será ya en la Baja Edad Media cuando la palabra comarca llegue a representar un territorio concreto, dotado de identidad física y con rasgos humanos y culturales propios.
La etimología, en palabras de Caro Baroja, nos acerca a una palabra usada bastante en diversas partes de la Europa Medieval para designar circunscripciones rurales más o menos amplias, pero definidas, tanto o más que desde un punto de vista físico, desde puntos de vista sociológicos (políticos y económicos sobre todo).
La comarca se puede caracterizar por ciertos rasgos que poseen un valor relativo.
Esta relatividad se fundamenta en la formación temporal de mallas de intereses nuevos, capaces de relegar al olvido antiguas concreciones territoriales, generando espacios distintos. Estos rasgos que señala el profesor Caro Baroja para delimitar la comarca son:
I. La comarca se halla, con otras más o menos semejantes, dentro de una región más amplia, región definida por un sistema oro gráfico e hidrográfico y un clima de cierta homogeneidad.
II. La comarca se halla limitada por algunos accidentes del terreno alturas, redes fluviales, estepas, etc., que para las masas rurales de vida sedentaria, para los agricultores en general, constituyen un marco familiar, en que se desenvuelve la mayor parte de su vida.
lIl. La comarca posee un núcleo industrial y comercial más o menos vigoroso y, en otra época, tenía un sistema defensivo de castillos y fortalezas que hoy ha perdido casi todo su significado.
IV. La comarca posee ciertas particularidades lingüísticas. En otra época también en otros, cada poblado de la misma, cada aldea, podía tener particularidades propias.
V. La comarca cuenta con un centro religioso (santuario, ermita, iglesia) con fama en toda ella.
Peña con formas femeninas en Cabeza Gorda
Se explica así que en los ámbitos comarcales se den casi siempre importantes problemas de límites, derivados de la historia y de los errados intentos por otorgarle funciones administrativas coherentes puesto que la originalidad de los rasgos se da casi exclusivamente en el centro comarcal y se diluye en la periferia en la que, con frecuencia, se confunden rasgos de otras comarcas. Por esto no queda más remedio que soportar la huella que la burocracia ha impuesto en los últimos siglos para explicar la artificiosa parcelación provincial.
Según Lisón Tolosana, las comarcas «se valoran antropológicamente por lo que tienen dentro, no por lo que es simple paisaje físico o estructura geográfica».
Es cierto, sin duda, que lo puramente humano sobrepasa o limita a veces esta unidad, forzando políticamente los determinismos geográficos derivados de la situación u orientación. No podemos olvidar que la gente, donde realmente tiene puesta su querencia y su orgullo es en sus comarcas.
Relacionando estas premisas con el ámbito elegido surgen los siguientes contrastes:
* Es difícil aplicar el término "comarca" a este ámbito tanto por cuestiones reales de diversidad como por cuestiones culturales e históricas. Valga como ejemplo el graffiti escrito en la pared de una empresa de aceite de Villanueva del Arzobispo: Villazorla del Cazerlobispo que muestra el fuerte antagonismo latente entre algunas zonas.
* Desde otra perspectiva parece que los pueblos han estado de espaldas a la Sierra. Debido, tal vez, a que ésta ha sido terreno prohibido desde siglos para estas poblaciones que muchas veces han sido predadoras y furtivas de ella.
* Los pueblos serranos se relacionan más con otras comarcas limítrofes que entre sí y la Sierra. En nuestra impresión existe una dualidad, tal vez contradicción, entre los pueblos serranos y la Sierra.
* Los pueblos miran hacia afuera, están de espaldas a la Sierra, y la Sierra se mira a sí misma, se encierra en su estatismo. El serrano se vale por sí mismo, en su cortijo, en su aldea. La hermana Micaela murió con 97 años habiendo hecho sólo un viaje fuera de la sierra. Precisamente, el viaje que la llevó a morir en Siles.
* Los polos de atracción han sido expuestos y estudiados en diversos trabajos publicados. En ellos se indica la jerarquización respecto de la provincia de Jaén. Pero en estas comarcas existe una fuerte influencia de Murcia, Albacete y Ciudad Real (La Mancha). Muchos abastecimientos se realizan de estas zonas.
* Queremos remarcar la influencia que sobre toda la sierra tiene la veneración a la Virgen de Cortes. Romería que se celebra el 8 DE SEPTIEMBRE cerca de Alcaraz y representa un fenómeno similar a otras tanto en las cualidades y como en las cantidades.
* Generalmente, el serrano mantiene un cierto complejo de superioridad respecto de Andalucía. (Es frecuente oídos referirse a lo que está más allá de La Puerta con alusiones del tipo «esas andalucías», «qué pena de esos cristianos», «!señol, señol. Qué pena de esas criaturas, por esas andalucías». De hecho pocos han viajado, a no ser por estricta necesidad administrativa, ni siquiera a Úbeda.
El pino Galapán
Este marco de consideraciones nos da base para rechazar la denominación de Parque. Por supuesto que debe existir una normativa reguladora del medio ambiente en la zona (aquí y en cualquier lugar), si cabe más rigurosa y exigente que la actual pero que conciba al habitante de la sierra como un ente integrado en su entorno y con plenitud de derechos, no como un estorbo para las explotaciones madereras o turísticas, para no repetir el designio histórico de que su política de gestión sea diseñada ignorando que en la Sierra de Segura, mal llamada Parque Natural, vive gente, ciudadanos españoles, con la plena razón a disfrutar de todos los derechos que la Constitución española les otorga.
Pensamos que para este hábitat es imprescindible hacer lo imposible para el mantenimiento en su entorno natural de los serranos que quedan, el reasentamiento de los serranos emigrados que lo deseen con ofertas de trabajo estable y posible, el asentamiento permanente de nuevos pobladores, la incorporación de población de temporada en casas rehabilitadas. Si lo que deseamos es evitar tanto el triste panorama del tramo de Arroyo Frío al Tranco en el valle del Guadalquivir como el desierto humano que lo rodea. Queremos un paisaje humanizado y humano.
También es necesario cultivar el bosque. "Cautivar el bosque" diría un serrano en una asociación semántica definidora por excelencia de la acción que designa. No abandonado a la suerte de los elementos naturales o artificiales. Esas corrientes conservacionistas están obsoletas. No podemos considerar el bosque como si fuera un fósil que se mantiene dentro de una vitrina.
Se impone una reflexión en clave de futuro: ¿hacia dónde se va? O aún mejor dicho,¿hacia dónde se quiere ir? Cuando las transformaciones son rápidas, la exigencia de este debate se hace urgente y las conclusiones que de él se desprendan deberán tener una traducción práctica en forma de actuaciones políticas y partidas presupuestarias. En este sentido se ha abierto una dinámica positiva con la elaboración y desarrollo de planes estratégicos en comarcas similares.
Nuestra opinión es que existen algunas cuestiones a tener muy en cuenta al hablar del desarrollo de la Sierra de Segura. La primera es la cuestión madre de todas las demás y hace referencia a su especificidad geográfica. Estos territorios, por su orografía, climatología, población, economía, identidad cultural, recursos naturales, fragilidad, biodiversidad, etc., necesitan un tratamiento especial más allá del legislativo.
De esas especificidades destaca la relación entre poblamiento y territorio. La Sierra siempre ha sido un territorio de baja densidad. Históricamente, esta característica estaba compensada por un poblamiento importante distribuido en centenares de núcleos pequeños y difusos por el territorio sostenidos por una actividad primaria relativamente intensa. En la actualidad, la mayoría de estos núcleos de población o bien se han despoblado totalmente, o bien son tan frágiles que muy pronto estarán despoblados. La tendencia a la concentración de la actividad en el fondo de los valles centrales y su crecimiento acentúan los desequilibrios territoriales internos. La fragilidad de los valles laterales y sus cabeceras exige una acción decidida de fomento de pequeños proyectos de singularización. La dicotomía territorial representa un grave peligro ambiental para la alta montaña.
Paisaje serranosegureño: Valle de La Conquista
La actividad ganadera y agrícola desempeña un papel de vital importancia en el apaciguamiento de los peligros ambientales. Desde la óptica de la sostenibilidad, la agroganadería es el auténtico sector estratégico en el desarrollo de la alta montaña. Existen varias razones que justifican esta afirmación. Si se entiende el paisaje como un recurso constitutivo del principal atractivo turístico, no es posible desvincular la actividad tradicional de este recurso principal. Es obvio, pero conviene recordarlo, que la agroganadería es una actividad permanentemente constructora de paisaje. Este sector gestiona mucho territorio y su disminución en número de empleados y / o de hectáreas de cultivos y de pastos va en detrimento del paisaje humanizado. Esta actividad refuerza el mantenimiento de población precisamente allá donde más se requiere. Es también estratégica ya que proporciona biodiversidad de especies vegetales y animales y nos protege del peligro del fuego, incluso cuando lo provoca para mejorar la calidad de ciertos pastos, aunque parezca un contrasentido.
En un momento de valorización creciente de los espacios de montaña, con multitud de proyectos urbanísticos para la especulación y una gran demanda de segundas residencias, los municipios no pueden permanecer con un planeamiento precario. Hay que dotarlos de normas subsidiarias que consideren las especificidades urbanas de la montaña. La mayor parte de pequeños núcleos están en una situación de abandono que exige medidas urbanísticas que tiendan a consolidar el espacio urbano tradicional con la rehabilitación como intervención más pertinente.
Del mismo modo, día a día se hace más necesario limitar el acceso al medio natural de los vehículos a motor. Sólo el desarrollo de un plan sectorial con la participación y el consenso de los municipios puede aligerar el impacto creciente de esta actividad.

La terciarización del mundo rural a partir del turismo cultural es una vía esperanzadora. En estas iniciativas resulta fundamental plantear formas de participación. Hay que escuchar a los pobladores y tener en cuenta sus propuestas. Creemos que nuestra sociedad, obsesionada por acumular y acumular, debe apostar por vías alternativas. Por ejemplo, los oficios artesanales, que tienen las materias primas cercanas y que utilizan tecnologías muy especializadas. Son los yacimientos de artesanos, de gastronomía de alta calidad, la recuperación de la arquitectura popular, la arqueología... todo debe contribuir a desarrollar estrategias participativas y adaptadas a un territorio específico. También es muy importante la promoción de la agricultura sostenible y ecológica. Es duro decirlo, pero cada joven que fijemos en la Sierra es un funcionario que nos ahorramos.
Nuestra preocupación expresada en estas páginas es porque ya no quedan jóvenes en la Sierra. Los serranos viven sin el corazón que late a borbotones en Villarreal, en Gerona, en Jaca; hijos y nietos, la juventud y el futuro para otros lugares mientras la melancolía, el inmovilismo y las "pesaumbres" se adueñan de lomas, cuerdas y calares.
Esa dura historia que soportan los serranos: los hombres emigrantes de todas las tierras; las mujeres, valientes y contumaces de todos los quehaceres, se sintetiza en los recuerdos de los años pasados en el "Perineo" (otra emigración), segando en la Mancha, en la aceituna en Beas, en Sorihuela o en Camporredondo (nunca ha habido forma de ganarse la vida en estas sierras). En estas sierras están los "peazos", ajustada definición de increíbles lugares donde la acción humana, centenaria, ha logrado ordeñar manjares. En estas sierras viven los pinos, los hortales, los guíscanos, los "jabalises", los sapos, los "tajones", las verbenas, los carriles, la matanza y la miseria secular de personas que no poseen ni el techo bajo el que duermen. (No es la intención de estas páginas referir el proceso de enajenación de la propiedad al que han sido sometidos injustamente los habitantes de la Sierra de Segura) (Recomendamos la lectura del libro Los hornilleros de Juan Luis González-Ripoll)
Paisaje serranosegureño : Cañón del Rio Segura


Nota sobre los autores sacada de la solapa de la portada del libro

Jose Luis Garrido González. 1947. Cursó estudios de Magisterio en Jaén y de Historia Contemporánea en la Universidad de Granada. Se doctoró en Ciencias de la Educación en la Universidad Nacional de Educación a Distancia.
Su vínculo con la Sierra de Segura se remonta a finales de los 80 cuando encontró en ella su "paraíso perdido"

Jose Luis Garrido Sánchez. 1974. Se licenció y doctoró en Ciencias Biológicas en la Universidad de Jaén. Los espacios naturales y concretamente en la Sierra de Segura, fueron lugares que le ayudaron a compaginar trabajo y holganza.

Ambos se han enriquecido con las vivencias excepcionales que dicha zona y sus gentes les han regalado, sintiéndose partícipes en lo positivo y en lo negativo.



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