APUNTES SOBRE LA CONQUISTA CASTELLANA DE SEGURA DE LA
SIERRA Y SU TIERRA
Como
ya se indicó en un artículo anterior, la conquista castellana del territorio de
Segura está llena de dudas e interpretaciones por las lagunas que presenta, y
ello a pesar de la apetencia que la posesión de su territorio siempre despertó,
por tratarse de un fuerte bastión que los islamitas habían creado en torno a la
ciudad de Saqura que en la época
medieval desemboca en la existencia de un importante núcleo que controla un
amplio alfoz, convertido en cabeza de su propio distrito o iqlim.
Situada al paso entre Levante y Andalucía, sirve como base o conexión a algunos caudillos levantinos que se alzan en sus dominios y llegan a someter gran parte de Al-Andalus. La misma villa de Saqura se erige también en dos ocasiones en capital de su propia taifa como señorío autónomo en los siglos XI (1043) y XII (1147), adquiriendo la ciudad una gran importancia geopolítica, como se evidencia en los mapas de esta época y de los siglos siguientes.
Situada al paso entre Levante y Andalucía, sirve como base o conexión a algunos caudillos levantinos que se alzan en sus dominios y llegan a someter gran parte de Al-Andalus. La misma villa de Saqura se erige también en dos ocasiones en capital de su propia taifa como señorío autónomo en los siglos XI (1043) y XII (1147), adquiriendo la ciudad una gran importancia geopolítica, como se evidencia en los mapas de esta época y de los siglos siguientes.
Fuente: Sánchez Albornoz. Reinos taifas 1050 |
Se trata de un extenso territorio muy montuoso y poco
poblado situado en los extremos de los reinos de Toledo y Murcia, cuyas delimitación
como distrito de la Saqura islámica
puede colegirse de las noticias de varias fuentes, que comprendería el
territorio no conquistado por Fernando III en tierras de Jaén, desde Chiclana y
Beas de Segura al oeste y todo el espacio prebético del Común de Segura, el
albaceteño de Yeste y murciano de Caravaca por el este, y al sureste la
altiplanicie del norte de Granada, con lugares como Puebla del D. Fadrique,
Huéscar y otros núcleos de población densamente habitados en la época, cuyo
espacio que se ampliaría o reduciría en ciertos momentos por mor de los
avatares de la historia, y que se extendería también a Alcaraz en ciertos
momentos. “Alcaraz, en época musulmana, pertenecía al distrito de Segura, pero
fue reconquistada antes que ésta y en ella se asentó un concejo de realengo con
fuero de Cuenca, como la propia Segura, por lo cual no se incluyó en la
concesión de términos” (E. De la Cruz. El reino taifa de Segura, 901).
Toda
la zona tuvo siempre un marcado carácter estratégico como espolón más
occidental de la antigua Orospeda y posterior condado de Teodomiro y más tarde
cora musulmana de Todmir o Tudmir. Su gran importancia viene atestiguada por la
existencia de poblaciones históricas amuralladas y fortificadas con castillos
de gran porte en Segura de la Sierra, Hornos de Segura, Torres de Albanchez y
Chiclana de Segura situadas en la cima de montañas, y las bien muradas y defendidas
villas de Siles y Beas, y por el este Yeste y Taibiya, cuyo conjunto forma un
murallón orográfico que comienza en Alcaraz y ocupa estas comarcas para
terminar en los castillos de Cazorla y Quesada. En concreto el área de la
Sierra de Segura cuenta en su territorio con un sistema defensivo compuesto de
gran número de fortificaciones, castillos, torres de refugio y una red de
atalayas que la rodean por su fachada norte frente a los cristianos, hecho que informa
del importante papel que la zona prebético-segureña jugó en toda la época
medieval de dominación árabe, en que sobresalen Segura y Siles como ciudades
más importantes del enclave, cuando Baeza y Úbeda también lo eran junto a Jaén
o Martos.
Fuente: Aguirre y Jiménez |
Conquista de la Sierra de Segura
Las dificultades que ofrece el elevado relieve de la
cadena montañosa de la Sierra de Segura, su condición estratégica como muro
protector de los reinos musulmanes de Murcia y Granada, y la necesidad de
franquear el espacio con una presencia efectiva de hombres para poder avanzar
sobre él, condicionan extraordinariamente la lucha de estos territorios al
exigir un sistema combativo que requiere ineludiblemente la posesión y
asentamiento firme de las fuerzas sobre el terreno. Todo ello configura esta
área como zona de vital importancia para islámicos y castellanos, cuyo mantenimiento
exige contar con grandes medidas de seguridad para conservar una autonomía
defensiva y ofensiva eficaces.Su condición de llave de paso esencial para poder
progresar los castellanos hacia el este y el sur, se manifiesta en que en sus
sierras queda detenida y cristalizada la frontera entre ambos adversarios
durante más de dos siglos hasta la toma de la ciudad de Granada. De ahí el
interés que su dominio despierta entre los combatientes y los numerosos
intentos de unos y otros por apoderarse del área.
Las primeras noticias que se tienen de la presencia
de tropas cristianas en estos lugares hablan de la probable incursión que el
rey Alfonso VII pudo haber hecho a fines del siglo XII hasta los montes
segureños, como apuntan varios autores. Rades habla también en 1204 de una
irrupción dirigida por el maestre de Santiago: “movio guerra contra los moros por las partes
cercanas al Campo de Montiel, y corrió la tierra que tenían cerca de Alcaraz;
desta entrada dizen hauer ganado Castilsegura y Villanueua”, que de ser cierta habría quedado
invalidada por los contrarios.
Otra tentativa más documentada es la llevada a cabo
tras la conquista por Alfonso VIII a fines de mayo de 1213 de la importante
plaza de Alcaraz (Hins al Karas), donde pretende instalarse
definitivamente manteniendo la ciudad en manos de Castilla frente a los
islamitas. A este propósito el rey castellano adopta las medidas de
afianzamiento de su poder ordenando la expulsión de la población mora, a la que
solamente permite la venta de sus pertenencias antes de trasladarse a tierras
de la cora de Jaén (Yayyan), a cuya jurisdicción pertenecía entonces
Alcaraz.
Fuente M. Vigueras |
La conquista incluye también el derecho a la
erección de las iglesias de dichos lugares que por privilegio dado en Burgos de
19 de agosto de 1213, concede el rey al arzobispo toledano don Rodrigo Ximénez
de Rada, que al año siguiente confirma el Papa Inocencio III por Bula de 28 de
noviembre, según la cual forman parte de Toledo los pueblos situados al norte
de la antigua cora musulmana de Jaén.
Tras la toma de Alcaraz y Riópar en la primavera de
1213, es muy posible alguna incursión castellana en la zona de Segura
aprovechando la hambruna y despoblación de los campos, cuyos efectivos pasarían
desde Riópar a Siles, Torres de Albanchez y Orcera, Hornos y Segura apoderándose
de algunas de estas plazas, siendo probable también que –a consecuencia de este
hecho- el rey castellano Alfonso VIII concediera ya el Fuero de Cuenca a la
villa segureña,reconociendo asimismo el derecho a erigir iglesias al arzobispo
toledano, dejando a salvo los posibles derechos anteriores que la Orden de
Santiago pudiera ostentar, de cuyos hechos hay constancia documental en la Bula
del Papa Honorio III de febrero de 1217.
“...Omnes illas ecclesias que sunt citra Montana
de Rupe Sancti Petri et de Riopal et de Secura...”
Este dato concordaría con la entrada de los
invasores castellanos en Segura a que aluden algunos publicistas, que según
piensan tuvo lugar el día de San Vicente en enero de 1214, desde cuya fecha fue
adoptado como patrón de la villa, en referencia de los autores locales Genaro
Navarro y Modesto Vigueras.
Este último apunta incluso la posibilidad de que la
plaza de Segura pudo haberse tomado sin combate, debido al entorno escarpado del lugar y la naturaleza
inexpugnable del recinto amurallado de su poblado y fortificación de su
castillo, que más bien caería en manos castellanas por sumisión o capitulación,
debido al hundimiento de la moral combativa de sus defensores o bien por
entrega en las treguas pactadas con los almohades al principio de 1214, siendo
ocupada por guerreros de Alfonso VIII que se establecieron allí, creando el rey
un concejo y dándole un fuero (Vigueras, Introducción...,
21). De entonces procedería también la “pasmosa expansión alcaraceña que en muy
poco tiempo consiguió adscribir al joven concejo más de cuarenta lugares del
Campo de Montiel, llegó al norte hasta los límites de Alarcón, y se internó en
las sierras dsel sur, alcanzando los territorios de Orcera”, aprovechando la
huida de los bereberes a sitios más seguros, cuyo lugar ocupan algunas pequeñas
colonias de cristianos (Pretel, 1986, 100).
Toma militar de Segura en 1214 por Alfonso VIII que no
consta de forma expresa, si bien parecen deducirse indirectamente de otras
fuentes y referencias que la presuponen, y lo mismo sucede con otros ataques
procedentes del reino de Granada, de los cuales solo hay referencias de los más
importantes. En estas circunstancias la hipótesis más creible sería pensar que la
plaza fuerte de Segura cayera en manos de los castellanos y se perdiera en
alguna ocasión posterior, antes de la toma ya definitiva de 1242, como ya
ocurriera después con Siles, Génave y Hornos. Así parece desprenderse de la
indubitada existencia de bulas y privilegios reales y papales expedidos en 1213
y 1217 a que se ha hecho mención. Otros acometidas de las tropas cristianas se
fechan en la década de 1220, de las que hay pocas noticias, aunque pueden
presuponerse dada la política castellana de estos años que busca la decidida
penetración en territorio hostil.
En el extremo occidental, es el rey castellano
Alfonso VIII en persona quien lleva a buen puerto el dominio y control de los
territorios en una primera campaña que se desarrolla entre 1224 y 1227, en la
que recorre algunos itinerarios de la provincia de Jaén arrasando varios
lugares y doblegando las plazas de Iznatoraf, Santisteban y Chiclana antes de
regresar a Castilla.
Una segunda campaña inicia el rey Fernando en 1230
con la finalidad de afianzar definitivamente el dominio sobre las zonas más
pobladas de las campiñas jiennenses, a cuyo objeto se concentra en los
alrededores de la ciudad de Jaén para volver a Castilla por Iznatoraf y
Santisteban, que deja bien afianzadas, para salvaguardar sus espaldas en la
estrategia que se propone seguir en adelante. Dentro de sus planes está confiar
a la Orden de Santiago de la conquista y mantenimiento del nudo montañoso de
Segura, mientras él encamina sus pasos a la ocupación de las ricas tierras
andaluzas del valle del río Guadalquivir y las ciudades de Córdoba, Sevilla y
Jaén.
Fuente: Aguirre y Jiménez |
La
reñida conquista de Segura y sus poblaciones en este tiempo es también
confirmada por Rodríguez Llopis, historiador muy experto en los avatares
políticos y militares del área y natural de Yeste:
La comarca de Segura de la Sierra, aunque estuviera
vinculada a Jaén en estos últimos años, comenzó a integrarse en Castilla en una
fecha imprecisa poco antes de 1230. La presión militar castellana llegaba hasta
allí desde la vecina villa de Alcaraz y desde el campo de Montiel, donde las
tropas de la Orden de Santiago y las del arzobispo de Toledo Rodrigo Ximénez de
Rada rivalizaban por apropiarse del mayor número posible de pueblos. En 1230
los castellanos ya habían ocupado Albanchez, Torres, Orcera y la propia Segura
de la Sierra, avanzando hacia el sur y respetando los límites con el emirato
murciano, con quien existía un acuerdo de no intervención (Historia...,
68).
En esta ocasión se cree que Segura habría caído ya
en manos de Castilla en 1230, que podría haber ocurrido en algunos de los
ocasionales ataques que sufría el territorio de los que han quedado poco
testimonios.
En estas entradas hostiles al territorio segureño no
sería extraña la intervención de las tropas alcaraceñas, de cuyas incursiones
hay noticias que vendrían favorecidas por ser el terreno de Alcaraz el único
acceso posible a Segura desde el este con entrada por Riópar, amén de las
naturales apetencias de nuevas tierras que animarían al concejo de Alcaraz,
coaligados con las fuerzas del arzobispado toledano por intereses coincidentes,
quienes luchan por ocupar los territorios antes que los caballeros santiaguistas,
“en una carrera contra el tiempo” que registran Pretel y Rodríguez LLopis.
Por su parte en 1239 el maestre Rodrigo Yáñez se
apodera de las plazas de Beas. Chiclana y Hornos, que estarían de nuevo en
manos de los árabes, mientras en los lugares de Yeste, Nerpio, Socovos, Letur y
Férez los avances de los castellanos provocan la despoblación al verse sus
habitantes rodeados y cada vez más próximos a los sitios donde se combate.
Fuente: Aguirre y Jiménez |
En el frente central de tierras manchegas, los
caballeros de la Orden de Santiago combaten para avanzar sobre las estepas mesetarias
ocupando el importante baluarte de Montiel definitivamente entre 1226 o 1227, desde
el cual lanzan sus ofensivas en dirección a la plaza fortificada de Segura, que
agrupa en su entorno unos extensos territorios.
Los avances más significativos en este frente
central se producen desde 1228, y en los años sucesivos toman las plazas de
Terrinches y Albaladejo, antes de atravesar Sierra Morena y el río Guadarmena,
para enfilar el camino hacia las pequeñas poblaciones de Albaladejuelo de la
Sierra (Villarrodrigo), Xénabe (Génave) y Torres (cuyo antiguo nombre se
desconoce), de las que se apoderan, traspasando en 1235 la primera cordillera
que abre el paso al curso del río Guadalimaren los valles por donde se accede a
Segura, de cuyas posiciones ya no van a retroceder.
Incidencias temporales
En el curso de la conquista del territorio de Segura
se dan ciertas incidencias que algunas
fuentes señalan, entre las cuales se cuentan ciertas entradas de las milicias
del concejo de Alcaraz que se registran en tierras de la zona.
Una es la referencia a la demarcación territorial
entre Alcaraz y Segura cuyos límites señalan algunos testimonios en , según consta en carta de Alfonso X de 1272, y ratifica un documento posterior de
1461 que transcribe Pretel Marín (2008, 272):
1461, enero, 28, Alcaraz. Traslado, a petición del síndico Juan Ruiz de
Alcalá, de la carta en que Alfonso X el Sabio –1272, febrero o marzo– señala
“nuevamente” los mojones del término, que ordena incorporar a una nueva versión
del fuero romanceado, y también del antiguo privilegio por el que Alfonso VIII
otorgó fuero y término al naciente concejo de Alcaraz, contenidos los dos,
junto las ordenanzas y leyes de la villa, en el libro del Fuero de Alcaraz. Arch.
Municipal Murcia, Cart. Real 1391-1412, Fols. 5-6. Pub. parcialmente en A.
Pretel Marín, Alcaraz,
un enclave…Doc. IX.
Fuente: A. Pretel |
Límites pretendidos
que figuran en la carta confirmatoria que Alfonso X da a Alcaraz en 1252 (1214), donde a título
meramente recordatorio afirma haber leído en documentos anteriores que los
límites entre Alcaraz y Segura fijados por Alfonso VIII iban <a la Syerra del Mundo catante al río Segura
e al collado que es entre Torres de Segura y Aluanchez>, recordando
también que sobre los quales terminos han muy grandes contiendas con las
Hordenes de Santiago e Sant Juan e con los conçejos de Alarcón e de Chinchilla>, refiriéndose al concejo de Alcaraz.
Punto que sería ocasional, del que no hay constancia
como límite entre Saqura y Al-Karas en
tiempos islamitas dentro de la cora de Yayyan
(Jaén) a la que ambos pertenecían en la fecha de su conquista, y supuesto lugar
fronterizo que
no figura en el convenio celebrado entre el
concejo de Alcaraz y la Orden de Santiago en Segura que fija el límite entre
Cotillas y Siles, sin mencionar en ningún momento el Collado entre Torres de
Segura y Albanchez (1263, marzo, 13 Sevilla), ni en la Carta de Alfonso X nombrando a cinco árbitros para acabar de manera
amistosa el pleito por los términos entre los santiaguistas y Alcaraz. A. H. N.
Montiel, Cax. 214, Nº 71, y Arch. Mun. Alcaraz, o en la sentencia
arbitral dictada en Valladolid por el rey Fernando III en febrero del año 1243,
en el pleito seguido entre Alcaraz y la
orden de Santiago sobre las poblaciones del Campo de Montiel. Pub,
Bulario de la Orden de Santiago, Fols. 160-162.
Más definitivo todavía es el Privilegio de
confirmación dado por el propio Alfonso X en 1243, donando Segura y sus
términos a la Orden de Santiago, entre las cuales se menciona Albanchez como
parte integrante del territorio. Igual de concluyente es la firma en 1251 de “vna convenençia que fue fecha entre don
Pelayo Perez con la çibdad de Alcaraz sobre el despartimiento de los terminos
entre Alcaraz e Segura”, donde se
establecen los límites actuales que incluyen dentro del perímetro de Segura a
Albanchez, hoy representado por el municipio de Villarrodrigo en el noreste,
cuyos límites van por el riachuelo que
discurre cerca de las mismas paredes de la localidad de Bienservida hasta la
Atalaya de la antigua ermita de Albanchez.
La eventualidad de aquel hecho incidental es posible
que se debiera a una situación fluctuante ocasionada en la guerra de
Alfonso VIII o fruto de algún ataque aislado cuya línea habría quedado en un
momento dado fijada en dichos parajes. Suceso aleatorio que termina cuando los
freires de Montiel en sus avances toman en 1235 Albanchez, Génave y Torres
llegando hasta el curso del río Guadalimar, debiendo
establecer la recién conquistada Torres los límites con Albanchez, Cotillas,
Beas y Catena, <quae sum
circumiacentes villae>, que ya eran de la Orden de Santiago, y como tal
se comprenden dentro del territorio donado por el rey a la Orden.
“El
primitivo Albanchez pudo estar, por lo tanto, hacia Villarrodrigo o su término
actual, (donde, por cierto, había un santuario de la Virgen de Albanchez o
Albasánchez), y el collado citado como límite extremo de Alcaraz puede ser el
del Pino, a mitad de camino entre Villarrodrigo y el castillo de Torres, o
quizá el inmediato de los Yesos, en donde parten hoy Villarrodrigo Génave y Las
Torres de Albanchez” (Pretel, 2008,75).
Se trataría posiblemente del Collado del Pino situado entre lo
cerros Atalaya y Piedra de la Ermita,
bajo el cual se encuentra el Collado de
la Virgen .Ermita de la Virgen de Albanchez que estuvo ubicada en la cima hasta
el siglo XIX, como acreditan los restos cerámicos de la capilla existentes en
el lugar, a la que se refieren en 1575 los relatores de la
población diciendo que <cerca desta villa esta una ermita que se llama
nuestra señora de Albanchez, questará legua e media y que oyeron decir que por
la ermita que fue antes se dezia y dize esta villa ansi que no an oído decir
que se aya llamado de otro nombre>. (Relaciones de Felipe II,
Villarrodrigo). Asi parece corroborarlo la indicación de un estudioso y
perfecto conocedor de la zona: “El Collado de la Virgen fue un lugar
carismático, con interesantes connotaciones históricas y toponímicas para la
villa de Torres. En su entorno se ha podido comprobar la persistencia
ocupacional desde el Neolítico a la Edad Media sin abandonos significativos”
(Romero Alarcón 2007, 63).
La importancia histórica del asentamiento humano de
Albanchez sería el núcleo habitado regularmente más importante de aquellos
parajes, situado en un lugar estaratégico que marcaría un hito en la zona, y es
probable que fuera el foco central del que surgirían nuevos poblados
preibéricos detectados en las cumbres de la cuerda al sur de Génave y este de
La Puerta, y en la cara del saliente en el Collado de los Yesos. Núcleos
estratégicos que con el tiempo darían lugar a los nuevas poblaciones ya
islámicas de Torres y Génave al sur y de Albadejuelo de la Sierra (Villa
Rodrigo) al este.
Nombre
de Albanchez que pudo superponerse al del antiguo oppidum ibérico
existente en el paraje al construir o remodelar los árabes el castillo de la
Yedra en la cima del monte del Romera en el siglo XI, que sería demolido por
orden de Rodrigo Manrique, lo que obligó a trasladar en el siglo XV el anterior
poblado a un terreno más accesible que se conocerá con el nombre de Torres de
Albanchez.
La
razón estaría en las torres levantadas para refugio de la población que refieren los relatores de 1575:<hay
dentro desta villa una torre muy principal e fuerte con una cerca en derredor
con sus cubos y saeteras y otros avisos en la mitad del pueblo..>.
Torreón de Torres de Albanchez |
En
cuanto al término Albanchez o Albasánchez, podría tener relación con el antiguo
nombre de los Puertos de Albentosa donde se encuentra, y que registran las
crónicas, formados por los actuales montes de Piedras Blancas, La Muela,
Picarzo, Piedra de la Ermita y Atalaya.
La adición del denominativo Albanchez al nuevo
poblado de Torres respondería a la tradicional vinculación del antiguo
asentamiento ibérico con su población, de la que debió ser su origen inicial,
dada su proximidad y pervivencia en el tiempo. Lugar emblemático que sería la
razón para la erección en el lugar de una ermita que albergaba a la imagen de
Santa María de Albanchez, a cargo de un santero que explotaría la media
aranzada de olivar y cabras, ovejas, vaca y cochinos que poseía en el siglo XV;
ermita que dependía de la parroquia de Villarrodrigo hasta su ruina, cuya
Virgen sería proclamada patrona de la villa, al quedar enclavado dicho paraje
en su término municipal en la delimitación efectuada en el siglo XVI cuando
Torres y Villarrodrigo se independizan de Segura como nuevas villas. Los
municipios colindantes de Torres y Génave adoptarían para sus respectivas
patronas la misma advocación de Virgen del Campo, derivada quizás del topónimo de Campos de Alventosa de los
parajes montañosos que separan ambos términos municipales.
Otra incidencia de las luchas por la aprehensión de
las tierras de Segura es la relativa a la tenencia apor Alcaraz de dos dehesas en
Orcera.Un hecho del que Bernabé de Chaves, infiere que “en tiempo del nombrado maestre don
Pelay Pérez Correa ya le pertenecía a la Orden todo aquel territorio –de
Segura– a excepción de Orcera, que havia quedado a Alcaraz en la confirmación y
deslinde de 1242”.Asunto este poco
claro que reaparece en las fuentes en 1275 y en otro documento de 1286 cuando Sancho
IV dio la mitad de Orçera a Alcaraz (Apuntamiento legal sobre el dominio
solar de la orden de Santiago, Ed. Facsímil,
Barcelona, 1975, pp. 19 y 45),hecho indefinido que aparece algo confuso, cuyo
origen debió ser consecuente con la conquista que el rey castellano Alfonso
VIII efectúa de la zona en 1214 o de alguna incursión posterior. La adscripción a Alcaraz de algunos parajes de Orcera
tendrían por objeto el uso del terreno, cuya administración
sabemos que estaba en manos del comendador de Segura, lo que demostraría la
pertenencia del mismo a la jurisdicción de la villa matriz de Segura.Unos derechos alcaraceños que se limitarían al aprovechamiento
ganadero sin cuestionar la titularidad del suelo, y cuya superficie no estaría englobada en el concejo de Alcaraz como
parte integrante de su término municipal “sino como una posesión aislada
independiente”-en palabras de Modesto Vigueras-, que estaría destinada
provisionalmente a su utilización.
Se trataría por
tanto de un dominio regio cuya uso confiaría el rey a Alcaraz por la
inseguridad de la zona, según parece desprenderse de la documentación
existente, cuando en 1285 el mismo rey
Sancho IV concede Orcera a favor de la Orden <segund lo tenían los de
Alcaraz>; cuestión que se debate al año siguiente en que Alcaraz
consigue de nuevo la devolución de la mitad del terreno orcereño en virtud de
privilegio del mismo rey. Dominio regio del que dispone Sancho IV en 1285 haciendo entrega de Orcera
a la Orden de Santiago en la persona de su maestre Pedro Núñez, por permuta de
otras posesiones de la Orden en Famusco, cerca de Monzón, por Privilegio hecho
en Sevilla el 25 de noviembre de 1323 (1285), según documentación del archivo
de Uclés (Caja 311, nº 16), cuya confirmación consta en la misma Caja con nº
17.
Otras correrías de milicias concejiles de Alcaraz y
de tropas toledanas se efectúan hacia el sur por Villaverde, Cotillas, Paterna
y la tierra de Segura, aprovechando la población diezmada por los años de
hambre y penuria y el abandono de los pobladores de Torres, Orcera y otros
lugares concentrados en las villas encastilladas con torres y murallas, que
servirían para cerrar el paso a la penetración de la Orden de Santiago hacia el
sur y la obtención por el arzobispo toledano de la
concesión real a efectos eclesiales de las plazas de Alcaraz, Eznavesore y las
de Orcera y Albanchez, aunque su tenencia debió ser transitoria.
Tales acontecimientos tendrían lugar dentro del
clima de hostilidad que reinó entre Alcaraz y Segura, y que no tardaría en
originar pugnas por la posesión de lugares colindantes, y pleitos, como el
fallado por el rey al año siguiente por la posesión de lugares contiguos que se
suceden en el tiempo, siendo varias las ocasiones en que se firman convenios
entre la Orden y Alcaraz que raramente se cumplen.
Pretensiones posesorias que esgrime Alcaraz, fruto
de hechos furtivos o esporádicos de sus milicias, pues no hay que olvidar que “el concejo, en poder de un
sector oligárquico –con las matizaciones que se quieran hacer- tenderá a
comportarse como un señorío colectivo “capaz de reducir o ampliar los
límitesde su alfoz como si de un señor feudal se tratase”,y ejercerá en su
tierra un poder casi omnímodo, cuando las circunstancias lo consientan”
(Pretel. El territorio de Alcaraz…2008,59). Sin desconocer tampoco que Alcaraz
tuvo reconocido un fuero especial de cabalgada que le autorizaba a realizar razzias en terreno enemigo, cuya
actividad les proporcionó bienes y fuentes de riqueza, y que los territorios de
la Orden de Santiago formaban un cinturón que envolvía a Alcaraz, cortando el
paso por el oeste y el sur.
En estas
circunstancias es fácil colegir la disposición de Alcaraz a expansionarse por
las tierras de las inmediaciones, que se evidencia en las numerosas contiendas
que han resolver Fernando III en 1243 y Alfonso X después marcando sus límites,
que fallan casi siempre dando la razón a la Orden de Santiago contra las
pretensiones alcaraceñas.
Culminación de la operación
conquistadora
Tras los tanteos e invasiones que los castellanos
habían llevado a cabo en diversos
frentes, los años 1234 y siguientes resultan cruciales para la toma de Segura y
su tierra, al darse una conjunción de esfuerzos dirigidos desde ditintas
direcciones.
El flanco occidental que había sido ocupado por
Fernando III en las campañas de 1227, que incluye la plaza de Chiclana de
Segura y quizás Beas de Segura, es donado al obispo Juan de Osma y secretario
del monarca, quien permuta Almazán y otros lugares castellanos a la Oden de
Santiago a cambio de Beas, y más tarde les dona también Chiclana el 29 de
noviembre de 139 (Julio González 1980,338), y otros bienes en Alcaraz el mes de noviembre 1239
consistentes en (Lomax, Apostillas 3, doc. 4).
De esta forma el obispo Juan colabora para que la
Orden reuna en torno a Segura un conglomerado territorial de gran extensión e
importancia, por cuya razón los terrenos de Segura limitaban a comienzos de
1235 con el concejo de Alcaraz por el este; al norte el Campo de Montiel; al
oeste las villas de Beas y Chiclana pertenecientes al obispo de Osma, y por el
suroeste los dominios del Adelantamiento de Cazorla, y al sur las tierras
musulmanas del reino granadino.
En la parte oriental no son muchas las noticias
sobre otras irrupciones militares que tienen lugar por tierras albaceteñas,
desde donde penetran el maestre de Santiago y sus tropas, culminando con la
nueva toma de algunas plazas como Hornos en 1239 -quod es
in frontaría de Segura- que efectuó el propio maestre de Santiago don
Rodrigo Yáñez en su intento de entrar en tierras del reino de Murcia a la
muerte de su rey Ibn Hud.
Por su parte, el flanco central es abordado con
decisión por los freires de la Orden de Santiago desde su base fuerte de
Montiel, en una serie de acometidas que se realizarían desde 1228 para avanzar
cruzando Sierra Morena y el río Guadarmena, y proseguir los años siguientes la
labor invasora apoderándose de los pueblos de Albaladejuelo de la Sierra (hoy
Villarrodrigo), Xénabe (Génave), Torres, Catena y otros puntos, alcanzando el
río Guadalimar ya en 1235, según informan el historiador murciano Torres Fontes
y el albaceteño Pretel:
”En 1235, los santiaguistas ocupan Torres,
aprovechando la anarquía del reino murciano, localidad que Fernando III les
concede, desde Malagón, el día 1 de mayo, fijando unos términos que limitan con
las tierras de Cotillas, Albanchez, Cathena y Beas, que ya pertenecían a la
Orden de Santiago según testimonio de Lomax y Bernabé Chaves en su Apuntamiento legal. También caen Iznatoraf, Santisteban y
Chiclana. Queda asegurado el dominio
cristiano de la vía de Úbeda a Alcaraz” (Conquista..., 120).
Ocupación que es reconocida inmediatamente por el
rey castellano que se encontraba en campaña camino de las tierras del nordeste
de Jaén.
La donación explícita de Torres, ignorando Génave y
Albaladejuelo tomadas en la misma campaña por los freires, se debería a ser
plaza fuerte que contaba con un recio castillo enclavado en un lugar
estratégico que constituía la llave que controlaba el paso al valle de acceso a
Siles y Segura, mientras las otras dos localidades sólo contaban con un torreón
para refugio de la población ante ataques enemigos.
Recordemos que ese mismo año de 1225 el rey
castellano se traslada desde Malagón a fines de mayo y en los dos meses
siguientes retoma las plazas de Iznatoraf y Santisteban en la cora de Yayyan (Jaén), completando el dominio
del flanco occidental de Segura, que a su vez se encuentra en pleno proceso de
conquista por las caballeros de Santiago (Ballesteros, 122), en lo que
constituye una acción táctica perfectamente combinada entre las tropas reales y
las santiaguistas, que forma parte de la estrategia de apoderamiento de todo el
territorio de la zona de Segura.
En 1240 se produce una interrupción de la guerra
porque la Orden tuvo que intervenir en otros lugares del reino murciano y la
plaza de Segura quedó en una posición de incomunicación, que al año siguiente
sería aprovechada por el maestre de Santiago para internarse hacia Granada,
merced a la tregua firmada por Fernando III con el reino murciano, continuando
la conquista al sur de Hornos y Segura en una acción concertada con fuerzas
aragonesas que penetran por Murcia, cuyas expediciones se reúnen en la comarca
de Huéscar, apoderándose de Huéscar, Galera, Orce y otras fortalezas, donde el
aragonés Fernández de Azagra permanece el año siguiente, produciendo el aislamiento
de los pueblos la zona de Yeste, Taibilla y Socovos, en una campaña bien
orquestada que responde a instrucciones concretas del monarca castellano.
La consolidación del dominio castellano sobre esta
comarca animó a Fernando III a intentar la conquista del resto de las
poblaciones granadinas que limitaban con tierras murcianas, al objeto de aislar
ambos reinos y así lo ordenó en 1241 al maestre de Santiago Rodrigo Yánez [.......],
en agosto de 1241, cuando Rodrigo Yáñez partió de tierras de moros allende
Murcia habían sido conquistadas por Castilla las comarcas de Segura y Huéscar,
que luego se integrarían en el reino de Murcia, aunque en el momento de su
conquista no tenían dependencia política respecto al emir murciano (Rodríguez
Llopis.Historia..., 69).
Por lo que se refiere a la parte más oriental de la
Sierra de Segura en tierras hoy albaceteñas, son los portugueses Santiago
Pelayo Pérez Correa y su compatriota Gil
Gómez Do Vihal quienes en los primeros meses de 1242 se internan desde la zona
de Chinchilla con las tropas santiaguistas en los poblados de Liétor, Letur,
Férez, Socovos, Yeste y Taibilla, cayendo en su poder junto a los lugares de
Híjar, Vicorto, Benizar, Villares, Miravet, Volteruela, Nerpio, Abejuela,
Nerpio, Góntar y La Graya, enlazando con las tierras de Segura y Huéscar en
Granada, hasta llegar a Galera, cerrando a Alcaraz toda posibilidad de extender
sus dominios por el sur y al reino murciano (Rodríguez LLopis, 18982,51). La operación
militar fue de tal envergadura que la corona castellana desconocía con
exactitud la gran cantidad de lugares poblados que habían caído en sus manos,
por lo que rey castellano se limitó a donar a la Orden de Santiago el 21 de
agosto de 1242 de una forma genérica la villa de Segura <cum omnibus terminis suis>, sin más
especificaciones, excluyendo los términos que fueran de Alcaraz, Riópar o del
reino musulmán de Murcia. Relación de lugares que sólo pudo hacer al año siguiente su hijo
el príncipe Alfonso en la confirmación de julio de 1243 de la donación anterior, donde se mencionan
expresamente cada una de las aldeas y fortalezas de los términos de Segura
detalladas en el privilegio que concedía a la Orden de Santiago, situadas en
las zonas de Yeste, Huéscar y Segura, sitas hoy en las provincias de Albacete,
Granada y Jaén.
Ratificación que se enumeran los lugares que
comprenden las plazas de Segura y Moratalla, Socovos, Bueycorto, Gutta, Letur,
Priego, Feriz, Abeiuela, Litur, Nerpe, Tayviella, Yeste, Agraya, Catena,
Albanchez, Huescar, Mirauet, Vulteirola, Burgeia, Litur, Aznar, Abeiuela, Priego
y otras, que forman parte de un entorno territorial históricamente bien
caracterizado y ensamblado históricamente (González Jiménez. Diplomatario
andaluz de Alfonso X. Sevilla, 1991), que a partir de este momento bajo la
dependencia de Segura se enclava dentro de la provincia de Castilla de la Orden
de Santiago.
Concesión real que se efectúa delimitando el
territorio por exclusión de los reinos y ciudades de las inmediaciones:“nam ab ista donatione excipio villas,
castra, turres seu munitiones ad regnum Murciae pertinentes et términos sive
munitiones que concilia de Riopal et de Alcaraz, tenent et ad ea pertinent.
Similiter excicpio villas, castra turres sea munitioness pertinentes al regnum
de Jahen et omnia concilia de Baecia et de Úbeda tenent at ad ea pertinent”.
El territorio donado constituía un dominio de vieja
raigambre histórica cuyo origen se pierde en el tiempo, que ya gozaba de
entidad propia en la época visigótica como región de la Orospeda, que continúa
vigente en el periodo islámico, durante el cual fue parte de la , lindante con las de Ilbira
y Jaén- que a veces se fragmenta en coras vecinas, como la de Yayyan (Jaén), que “por el este
comprendía el distrito de Shaqura
(Segura de la Albacete). Del mismo modo la comarca de Socovos de Yeste (Saqubus) pertenecía a Jaén” (Arjona
Castro, Andalucía musulmana, 39), llegando a incluir las cuencas altas de los
ríos Guadalimar, Guadalmena, Guadalén y Jándula, afluentes del Guadalquivir, y
que comprendían el Campo de Montiel y la Sierra de Alcaraz” (Vallvé, J. 1986,
275).
Villa de Segura que en 1245 se convierte en sede de
la Encomienda Mayor en sustitución de Uclés, subdividiéndose su extenso
territorio en las nuevas Encomiendas de Yeste, Taibilla y Moratalla, quedando
la primera como cabeza del Partido o Gobernación de la Orden en estos lugares.
Una vez conquistado, la repoblación del amplio
espacio no fue tarea fácil, ya que en los poblados sólo habían quedado algunos
mudéjares, incapaces de garantizar las necesidades defensivas de campos,
poblados y fortalezas, a cuyo fin don Alfonso visita la ciudad de Segura en
1254, comprobando la necesidad de conceder exenciones para repoblar con éxito
las nuevas tierras tomadas al enemigo, si se quería rehabilitarlas y ponerlas
en cultivo y producción, y mantener la estabilidad en una zona fronteriza tan peligrosa.
En los siglos XIV y XV prosiguen los combates de los
contendientes y se registran invasiones de los musulmanes granadinos que
destruyen Hornos, Génave, Siles y otros lugares, cuyos habitantes son apresados
como esclavos y otros huyen despavoridos.
Los peligros de la vida en terreno fronterizo
obligan a los repobladores de Segura a concentrarse en los poblados abandonados
por la población islámica, situados en la franja agrícola del norte, quedando
desiertos aldeas y alquerías que los bereberes habían levantado en el interior
de las montañas.
Respecto al asentamiento
de pobladores en el territorio son muy escasas las noticias que nos han
llegado, si bien hay que suponer que los nuevos habitantes son cristianos que
proceden de las dos Castillas, en su condición de peones o campesinos sin
tierra, y aún condenados que se acogen al derecho a no ser perseguidos y
algunos artesanos, siendo los únicos caballeros existentes los miembros de la
Orden de Santiago albergados en las encomiendas encargados de la defensa de los
poblados y de la conservación de la frontera con el reino granadino, que
integrarían la caballería villana castellana.
Principio fundamental para la repoblación de la
zona, es la donación que los maestres de la Orden hacen del territorio en favor
de los concejos y vecinos, que se convierten en ciudadanos con derechos sobre
la explotación comunal de campos y montes.
Población llana que ocuparía las casas vacías
abandonadas por los moradores islámicos huidos, y huertos y tierras para
cultivar, estando exentos del pago de algunos tributos durante cinco o diez
años, con obligación de residir en la localidad y tener un hogar encendido que
produzca humo, como señal inequívoca de habitabilidad para adquirir la
condición de vecino, conforme al régimen del Fuero de Segura que faculta a los
habitantes regulares al uso y aprovechamiento comunal tierras y bosques como de los clásicos derechos forales de
tallar (madera), pascual (pastos), leñar (cortar leña), cazar y pescar.
No obstante, los peligros derivados de la vida
fronteriza son tantos, que a pesar de las facilidades y exenciones que se les
reconocen, los repobladores difícilmente se asientan de manera estable en los
poblados, registrándose el traslado de vecinos y familias que se dirigen a las tierras más ricas de la Baja Andalucía, o
regresan a Castilla por el temor a los
peligros físicos de la guerra, daños de cosechas y robos de ganados que causan
las frecuentes razzias de los moros granadinos, siendo necesaria la llegada de
otras personas que repueblen el área.
El sistema poblacional que se implanta con el
régimen foral otorgado al área es igualitario, por contar con territorio
aforado que no puede ser enajenado a personas ajenas a la comunidad vecinal en
los primeros tiempos, no siendo accesible a nobles ni otros propietarios de
bienes territoriales que no sean las propias institucionales locales.
La Orden de Santiago se reserva únicamente el
dominio jurisdiccional con derecho a percibir determinados tributos del diezmo,
portazgo, montazgo y los derivados del uso vecinal de maderas, molinos, hornos,
fragua, y otros bienes o servicios, ajenos al propio territorio aforado de
concejos y vecinos.
Provincia de Castilla de la Orden de Santiago
Fuente: Porras Arboledas |
Conclusiones provisionales
Como se ha expuesto, los datos existentes no
especifican el largo proceso de la
conquista de la zona de Segura, ni las fases intermedias en que se desarrolló,
durante las cuales hay que presumir la existencia de alternativas diversas en
el curso de las operaciones que harían muy variable el dominio del distrito, ya
que las entradas de los castellanos desde Montiel y las últimas penetraciones
de los caballeros santiaguistas desde el este albaceteño en 1238 y 1241,
parecen demostrar que las plazas que habían sido tomadas antes no se
encontraban ya en poder de los cristianos y tuvieron que ser de nuevo
arrebatadas a los islámicos granadinos.
En el interregno de 1230 a 1242, existe un periodo
de oscuridad en las fuentes ignorándose lo ocurrido en el interior del valle
que se extiende desde Siles hasta Hornos, salvo algún ataque concreto, a pesar
de la posible frecuencia o intensidad de los ataques, aunque cabe pensar que
esta franja de terreno más accesible volvería a caer en manos de ambos
combatientes una o varias veces, e incluso que los cristianos quedaran
paralizados en el propio valle por nuevos ataques de los granadinos con la
pérdida de la plaza de Segura, y otras de Hornos o Torres, que de forma
circunstancial podrían haber quedado en manos de los castellanos de Alcaraz o
Toledo.
Sólo así se explicaría la existencia de una colonia
de pobladores cristianos en Hornos y Torres en el momento de su reconquista de
1235, y el reconocimiento del título de villa a Torres de Albanchez ocho años
antes que a Segura, a que aluden las fuentes, así como la dación de su iglesia
a Toledo.
Otra prueba es la referencia en algunas fuentes
documentales a la vigencia del Fuero de Cuenca en la villa de Segura, que se
menciona ya en el momento de darle el mismo Fuero a Montiel, aún antes de
haberle sido reconocido a Segura por el maestre de la Orden de Santiago tras su
conquista definitiva, lo cual sería un contrasentido evidente de no haber sido
Segura tomada antes al enemigo.
La explicación más coherente que se desprende de las
fuentes escritas existentes abogaría por distinguir entre una primera ocupación
de las plazas del valle de Segura culminada por Alfonso VIII en 1214, que
quedaría desbaratada al ser recuperada de nuevo por los atacantes granadinos de
Baza y Huéscar, y otra conquista posterior a 1220 efectuada por contingentes
armados de tropas cristianas que en sus ataques llegan hasta Orcera e incluso a
Hornos. La concesión de iglesias que el rey y las bulas papales hacen a favor
del arzobispado de Toledo en el año 1217, así parecen atestiguarlo, salvo que
se tratara de meras encomiendas o asignaciones de territorios a conquistar. Respecto
a las poblaciones situadas al norte del río Guadalimar serían tomadas
posteriormente por las fuerzas de la Orden de Santiago que atacaron después
desde Montiel, enlazando con la zona ya conquistada por el este.
Todos estos antecedentes parecen reforzar la idea de
la penetración de los castellanos en la zona, como resultado de un largo
proceso de ataques que se inician por el este desde tierras albaceteñas y se
prolongan durante varios años, en los que se producen avances y retrocesos
reincidentes, fruto de la fuerte resistencia que encontrarían los soldados cristianos.
Esta
interpretación de los hechos parece ajustarse mejor a la realidad y atribución
de iglesias a las diócesis de Toledo y Cartagena, que en la práctica quedan
fijadas al norte y sur del curso del río Guadalimar.
Sin embargo, en la dominación de Segura y sus
tierras hay otros puntos oscuros, echándose en falta la alusión a las plazas de
Siles y de Benatae, que debieron ser ocupadas también en la mayor parte de las
incursiones militares realizadas por los castellanos desde Alcaraz, Riópar o
Hellín, aunque las fuentes no las citan, seguramente por discurrir los ataques
a lo largo del valle, eludiendo las faldas y partes montañosas.
En el plano estratégico conviene recordar que la
conquista de la comarca de Segura era objetivo de gran trascendencia desde el
punto de vista militar, para lograr el aseguramiento de una extensa y
arriesgada frontera que discurre por terrenos quebrados difíciles de traspasar
y que aíslan a los reinos musulmanes por el límite septentrional. Difícil misión
que han de cubrir las montañas de la Sierra de Segura y Yeste como barrera encargada
de separar y controlar los flancos murcianos por el este y de los musulmanes
granadinos al sur, e impedir el paso, comunicaciones e intercambios entre ambos
territorios todavía en poder de los islamitas. Más al noreste es la ciudad
realenga de Alcaraz la que cumple este objetivo con Murcia, y, por el flanco
sur serían las poblaciones de Quesada primero y Cazorla después, las delegadas para
esta función de cerrar el paso al reino de Granada, en su condición de sedes
del Adelantamiento. De este modo queda repartido el macizo montañoso que
discurre desde Alcaraz, en Albacete, a Quesada y el Pozo, en Jaén, que sirve
como límite intransitable para incomunicar a los islámicos de Granada dentro de
un área cada vez más reducida, de la que no saldrán si no es para regresar
vencidos y expulsados a tierras de África siete siglos después.
Las dificultades para mantener segura una
frontera en una zona montañosa muy fragosa, así como la larga duración que la
operación requeriría y los escasos beneficios que de ello se obtendrían, serían
las razones para que el monarca castellano encargue tal misión a la Orden de Santiago,
que ha de hacer frente a tales obligaciones en unas duras condiciones debido a
los inconvenientes para repoblar unas zonas tan disputadas, donde la población
está expuesta a toda clase de peligros para cultivar los campos y explotar la
ganadería, por las pérdidas de personas y bienes que impiden el mantenimiento
de una población estante.Otras razones son militares y forman parte del plan
estratégico real que busca dirigir sus mesnadas por otros frentes, dejando a
buen recaudo estos parajes impenetrables que entrega a los conquistadores,
limitando al mismo tiempo la expansión y predominio de ninguno de los
territorios próximos, imponiendo así un equilibrio de fuerzas entre la
Encomienda de Segura, el Adelantamiento de Cazorla, la ciudad realenga de Alcaraz
y el reino murciano, para que ninguno predomina sobre otro, dejando a salvo el
poder de árbitro de la Corona.
A tal fin el monarca castellano encarga la
conquista de los terrenos fragosos de Yeste y Segura a la Orden de Santiago, y
las sierras de Cazorla y Quesada al arzobispo de Toledo, cuya misión retribuye con
la donación a perpetuidad de los territorios, donde se instalan sus ocupantes y
organizan sus Encomiendas y el
Adelantamiento.
El espacio
serrano-segureño cuenta con poblaciones bien encastilladas, fortificadas y
rodeadas por una red de instalaciones defensivas y de vigilancia que ocupan
todo el escenario bélico y suponen una gran concentración de fortalezas, que
representan una de las mayores de España y aún de Europa, que lo dota de un
valor defensivo y militar indudable, capaz de estabilizar la frontera entre las
tropas castellanas y musulmanas y confinar a los granadinos en su territorio prácticamente
250 años, durante los cuales los bandos contendientes hacen cabalgadas y llevan
a cabo operaciones de castigo y desgaste a ambos lados, tratando de recomponer
una y otra vez la situación anterior en sucesivas correrías que jalonan la vida
de esta zona fronteriza hasta la entrega de la propia ciudad de Granada.Densidad
defensiva qiue habían levantado durante los siglos XI y XII los ocupantes
islámicos,que demuestra el gran aprecio que tienen por este territorio y su
importancia .
En la parte musulmana Baza, Güadix y Huéscar son las plazas fuertes del reino granadino
encargadas de mantener a raya el avance de las huestes enemigas, por las
montañas de Yeste, Segura, Cazorla y Quesada, como lugares de la frontera
castellana donde están establecidos las instituciones territoriales castellanas
Encomienda y Partido de Segura y Adelantamiento de Cazorla, para hacer frente a
los islámicos.
Restos de castillos y lugares de la Encomienda de Segura
Fuente: M. Vigueras |
En efecto, vista desde hoy, la conquista se nos
aparece como una operación envolvente propiciada por el interés enfrentado de
los cristianos en tomar pueblos y posibles parroquias. De este modo resulta
explicable que con independencia de las fuerzas cristianas que atacan Segura
por el este desde tierras de Alcaraz y Murcia con intervención real y del
arzobispo toledano o santiaguistas, otros cuerpos expedicionarios operen
simultáneamente también por el frente norte como fuerza invasora formada por el
contingente de tropas santiaguistas con base en Montiel, y otros freires lo
hagan desde el este.
En resumen, el panorama descrito ofrece una
actuación militar múltiple y constante sobre el área montañosa de las sierras
segureñas en su conjunto, que pone de evidencia una sucesión de situaciones bélicas
cambiantes, y por otra la concurrencia de diversas fuerzas que muestran
intereses encontrados vinculados con el territorio.
La disputa entre los propios bandos cristianos del
territorio y sus derechos y prebendas se muestra en el hecho de quedar la zona
partida entre las dos jurisdicciones eclesiásticas de Toledo y Cartagena, a las
que se asignan sus pueblos e iglesias, quedando a favor de Toledo los pueblos
de la zona norte segureña situados al norte del río Gualimar, cuya dependencia
ha llegado hasta el año 1954, conforme a la concesión de Honorio III por Bula
de 1217, que señala los límites del arzobispado de Toledo que cita Pretel: “...uersus
terram quan sarraceni hodie tenent, protenditur diocesis totetana usque Alcaraz
et Riopal et montana de Secura et Burialame et Turrem de Albeb et portum de
Muradal inclusiue”.
Un reparto estratégico de tierras y de
funciones defensivas que se encomiendan a los terrenos montañosos de Albacete y
Jaén, cuya misión es resguardar los flancos y espaldas de las tropas
castellanas, permitiendo al rey castellano Fernando III dedicar todos sus
esfuerzos bélicos a la conquista de Al-Andalus
y las ricas tierras andaluzas, que el monarca lleva a cabo avanzando decididamente
por el valle del Guadalquivir hacia Córdoba y Sevilla dejando atrás Jaén, como
plaza inexpugnable y contrafuerte del reino de Granada.
Fuente: Julio González |
Las
relaciones de las tierras de la zona de Segura con las limítrofes del concejo
de Alcaraz y del Adelantamiento de Cazorla están llenas de dificultades, que se
aprecian en intromisiones, reyertas y barreras aduaneras de portazgueros contra
los recueros y mercaderes que comercian entre Murcia, Alcaraz y Segura,
hostigados también por la inseguridad de los caminos y la presencia de
foragidos y bandoleros.
Los conflictos de intereses entre las facciones
castellanas de la realenga ciudad de Alcaraz y las jurisdicciones eclesiásticas
de Toledo y Orden de Santiago en el frente montañoso prebético se perpetuaron
entre ellas, dando origen a la existencia de varios enclaves castellanos
rivales entre sí personificados por los regentes de la Encomienda de Segura, el
concejo de la ciudad de Alcaraz, y el Adelantamiento de Cazorla en manos del
arzobispo toledano, como titulares que prosiguieron sus disputas durante los
siglos siguientes.
En este ambiente de querellas y acuciados
por las cargas tributarias, no es extraño que se levante en rebelión la
población mudéjar maltratada que habita en la zona de Yeste, donde en 1264 se
atrincheran y hacen frente a los cristianos establecidos en las poblaciones.
……………………
La explicación de las imprecisiones y tardanza en la
toma de la importante área montañosa de las Sierras de Segura y su plaza fuerte
de Segura de la Sierra, pudo estar en la división de los propios cuerpos
expedicionarios castellanos que pugnan entre sí por dominar territorios
estratégicos para sus objetivos políticos y económicos, en cuyas diferencias se
ha reparado poco, como en la escasa articulación cronológica de las
operaciones, que las fuentes documentales no registran. Esta sería una de las
razones de la intervención de las tropas realengas del poderoso concejo de
Alcaraz en tierras de las Sierras de
Segura que afronta desde Riópar, cuya posesión disputan a las fuerzas de la
Orden de Santiago en su calidad de poderes enfrentados por la posesión de los
terrenos que encierran en su interior a los musulmanes murcianos y granadinos,
y de la intromisión permanente de los reyes de Aragón por el este y del
arzobispo de Toledo por apropiarse de las iglesias de los poblados
conquistados. Naturalmente que la acometida del territorio montañés realizada
de forma fraccionada por las diversas fuerzas castellanas con intereses
contrapuestos entre sí, facilitan la resistencia del enemigo a batir y alarga
en el tiempo la campaña bélica, que habría resultado mucho más rápida y
efectiva en el caso de haber combatido
unidos los efectivos cristianos, por cuya causa la conquista de la zona de
Segura se prolonga durante más de 25 años.
Pero la división de los cuerpos militares cristianos
era tan profunda y sus intereses tan dispares que en ningún momento se coaligan
para proceder a la ocupación del macizo montañoso de Segura, como hubiera sido
lógico dado el origen cristiano común de los atacantes, sino que la empresa
bélica de la conquista de este terreno intrincado pretendieron realizarla
separadamente cada uno por su cuenta para erigirse en beneficiarios exclusivos
del territorio y sus recursos, cuyo dominio se disputan divididos estamentos
eclesiásticos representados por los freires de la Orden de Santiago y el arzobispo
de Toledo. La finalidad económica se convierte así en el verdadero móvil que
congrega a todos los bandos en litigio y les impide coordinar esfuerzos entre
ellos, haciendo más peligrosa y costosa la aventura de dominar todo el espacio
montañés que cercaba a Granada.
Estos extremos explican por sí solos la rivalidad
existente entre los reinos de Castilla y Aragón por una parte, y el arzobispado
de Toledo, el concejo de Alcaraz y la Orden de Santiago por otro, y aclaran los
ataques que esta última realiza simultáneamente desde dos frentes -albaceteño y
montieleño- sobre las montañas de Segura, con la idea preconcebida de cortar
toda posibilidad de expansión al concejo alcaraceño y al arzobispo toledano,
apropiándose de forma excluyente de los territorios, derechos eclesiales, rentas
y ricos pastos para apacentar sus grandes rebaños.
…………….
Como resumen, hay que concluir diciendo que el área
montañosa de las Sierras de Segura jiennense y albaceteña fueron en estos
momentos un verdadero centro neurálgico, donde confluían unas tramas de
intereses encontrados que no se limitaban a los propios de los bandos
contendientes, sino que se diversificaban entre las facciones internas de los
grupos que participan, complicando las tareas bélicas hasta límites impensables
que se entrecruzan en la ocupación del territorio.
En otro aspecto, la permanencia de la frontera entre
Segura y Granada dos siglos y medio, fue un largo periodo durante el cual no
dejaron de producirse ataques de uno y otro bando, como también relaciones,
contactos e intercambios comerciales en los tiempos de treguas, que
conformarían el papel híbrido que jugó la población de ambos bandos
contendientes a caballo entre dos países, dos lenguas y dos culturas: una
castellana y cristiana, y otra granadina y musulmana, que enriquecería el
arsenal de conocimientos, experiencia, saberes y personalidad de los pueblos
obligados a convivir entre el fragor de las armas.
Alejandro
Faustino Idáñez de Aguilar
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