Anales I I Los caminos de Jorge Manrique




                 LOS CAMINOS DE JORGE MANRIQUE (1434-1479)
                                                        
      Este mundo es el camino
                                                                   para el otro, que es morada
                                                                  sin pesar;
                                                                  mas cumple tener buen tino
                                                                 para andar esta jornada
                                                                sin errar.
J.Manrique: Coplas

         Una tierra muy precisa y para andar en varias “jornadas” conforma el mapamundi recordado de la vida de Jorge Manrique, el más ilustre de los hermanos, de todos los Manrique del sur. Son los caminos emocionados que nos llevan y nos traen por tierras de Jaén, las bienandanzas que nos esperan por sendas de Ciudad Real, las iluminadas rutas que nos hacen señas desde Toledo, las encrucijadas de Cuenca por donde se esconde una vida y ya no vuelve; tal vez las primeras y últimas batallas por Albacete. Tierras de Andalucía y después de Castilla-La Mancha, los dos amores de una existencia que no sabía dónde quedarse. Aquí ponemos nosotros los carteles indicadores, de un lado para otro y bajo el cielo claroscuro de la memoria. Son tierras para leer, con las coplas manriqueñas de la mano. Unas coplas camineras de un poeta-soldado de Andalucía y castellano-manchego.

  1. Rutas de Jaén

   a) Segura de la Sierra. Como se trata en estos caminos, antes que nada, de dar vueltas al mundo de los territorios íntimos, y con unos versos entre los más alzados de nuestro idioma por compañeros, bueno será que empecemos desde el lugar de nacimiento de su autor, Jorge Manrique, en la segunda mitad del año 1434, precisamente, y en el lugar de Segura de la Sierra. Allí donde su padre y comendador de Segura Rodrigo Manrique (hijo del Adelantado de León, Pedro Manrique, y de Leonor de Castilla) había concertado su boda en 1432 con Mencía de Figueroa, oriunda de Beas de Segura. En la casa familiar de Segura estuvo como huésped Sebastián de Figueroa, que era “muy pariente” de doña Mencía, un tiempo antes de la famosa toma de Huéscar (Granada), a finales de 1434, fecha en la que ya vivían Pedro y Jorge Manrique, de acuerdo con las Relaciones de Felipe II referidas a los pueblos de Jaén.
       
Y, puesto que hemos subido a este lugar que da su nombre “de Segura” a una sierra, a un valle y a un río, lo mismo que a todos los pueblos en derredor que todavía lo llevan o lo recuerdan (Beas, Hornos, La Puerta, todos tres un día de Segura, y la sierra y el valle y el río que atienden por el mismo nombre), tal vez nos recuperemos de tanta altura con unos versos así de profundos: Recuerde el alma dormida / avive el seso y despierte / contemplando / cómo se pasa la vida; / cómo se viene la muerte / tan callando /. Para continuar después mirando la gracia, y por su orden, del antiguo colegio tal vez de los Jesuitas, con su fachada plateresca y actualmente Ayuntamiento de Segura de la Sierra; luego debemos guardar unos minutos de recuerdo (nos está mirando el Yelmo, recostado siempre en su montaña) junto al monumento airoso que levantó Miguel Fuentes del Olmo a Jorge Manrique, leyendo como está sus propios versos; más adelante, nos adentramos en la iglesia parroquial, Nuestra Señora del Collado, donde está un Cristo yacente que pudiera ser de Gregorio Hernández, y la sonrisa casi gótica, en otra capilla de escudos y de piedra, de la Virgen de la Peña (hay que verla).
  
     Antes de dejar la sombra de la iglesia, en su puerta de atrás, forzoso es detenerse en esta placeta, lugar del santo silencio (quién pudiera darle su nombre y un apellido), pues no hay en muchas leguas en derredor un encanto que comparársele pueda, con la Fuente imperial de Carlos V de cara y, allá en lo alto, el Castillo mudéjar, antes de bajar hacia los Baños árabes, por una callejuela de blancura edificada y con macetas. Pasamos junto a la Iglesia antigua de los Jesuitas, ahora un espacio multiusos, y es preciso detenerse bajo el arco próximo por si pasan los caballeros santiaguistas. Se oyen las pisadas. El baño moro le dicen y hemos llegado a escuchar los rumores del agua, mientras por sus claraboyas, desde fuera, se recortan las siluetas de los arcos de herradura. Y, pasando otra vez por el “arco de los caballeros de Santiago”, en derechura, tenemos arriba y a lo alto la torre que pudo ser de una fortaleza almohade (V. Salvatierra).

        Ahora es tiempo, otra vez, de acudir a los versos manriqueños: No se engañe nadie, no, / pensando que ha de durar / lo que espera / más que duró lo que vio, / pues que todo ha de pasar / por tal manera /. Y hemos llegado al kilómetro cero de nuestro recorrido por el espacio vital de Jorge Manrique en la memoria, pues estamos a la puerta que nos advierte del nacimiento del poeta y por sus cinco hojas de higuera, emblema de la rama de los Figueroa, la conoceréis. Continuamos por la plaza de toros tan original, con su graderío inmenso que está asentado en el camino que nos sube hasta el castillo. Y, si nos atrevemos, desde la terraza de la torre del homenaje, con el silencio mayor por testigo, tomamos posesión de toda la tierra que tenemos a la vista.

  b) Siles. Segunda residencia temporal de los Manrique, en la Casa Tercia, bajo la protección del Cubo, construcción cilíndrica imponente y que se divisa desde lejos. Aquí, según la Crónica del halconero de Juan II, Rodrigo Manrique dispuso a sus hombres de a pie y de a caballo para la renombrada victoria en la batalla de Huéscar sobre los moros, el 6 de noviembre de 1434. Era sábado.

  c) Orcera. En el sitio donde los toreros actuales juegan a cara o cruz con la vida y con la muerte, hubo un monasterio franciscano bajo la advocación de Nuestra Señora de la Peña. Allí se apareció la Virgen que casi nos ha sonreído en la parroquia de Segura de la Sierra, en su capilla que hemos dicho de escudos y de piedra. En este lugar de Orcera (1444) fue enterrada primeramente Mencía de Figueroa, madre de Jorge Manrique. Nuestro poeta era un niño de diez años, para escribir tan pronto aquellos versos que escribió más tarde: “nuestras vidas son los ríos / que van a dar en la mar / que es el morir”.

  d) Chiclana de Segura. Aquí tenía Jorge Manrique la otra cabecera (capital política) de su encomienda Chiclana-Montizón. Debió fijar, con su esposa Guiomar de Castañeda, su verdadera residencia (1467), pues la adecentó bastante y aquí nacieron sus hijos Luisa y Luis (que fue más tarde comendador del mismo lugar).

  e) Baeza. En esta ciudad patrimonio de la Humanidad, Jorge Manrique asistió (1477) en apoyo de sus parientes los Benavides. La escaramuza, contra el conde de Cabra, terminó en fracaso y Jorge Manrique fue hecho prisionero (25 de abril, con anterioridad a los datos del párrafo siguiente), por cuanto se juzgó que su actitud fue contraria a los Reyes (“por razón de haber estado en deservicio”, según el Registro General del Sello, 22-X-1477). Si el viajero quiere saber justo por dónde estuvo Jorge Manrique, que pase por debajo del Arco del Barbudo.

  f) Úbeda. Después de los datos del párrafo anterior [e)], y en agosto de 1477, Rodrigo Manrique, hermano de Jorge, se ve obligado a ceder los alcázares de la ciudad de Úbeda, así como a dejar su cargo de Corregidor de esta ciudad, también patrimonio de la Humanidad. Cabe pensar, entonces, que no es forzar demasiado la Historia si suponemos que, antes de llegar a Baeza, como cualquier visitante de nuestro tiempo, Jorge Manrique pudo detenerse en Úbeda, donde sería bien recibido en estancia familiar.


  2. Jornadas de Ciudad Real

  a) Castillo de Montizón. En la raya fronteriza con la provincia de Jaén y haciendo de acantilado por el río Guadalén. Está situado dentro de una finca particular, pero no hay ningún impedimento para visitarlo. Jorge Manrique ya lo pretendía con sus hermanos durante los años 1465 y 66. Por fin, en el 1467, Jorge Manrique se adueña de la fortaleza que constituyó su encomienda económica. Tiene el aspecto de un navío de piedra en la llanura y, muy cerca, se extrañan de ver a los visitantes unos toros bravos. Esta encomienda comprendía, además, los lugares de la Torre de Juan Abad, Belmonte de la Sierra o Villamanrique y Chiclana (su capital política).

  b) Villamanrique. Rodrigo Manrique le dio su nombre a Belmonte de la Sierra. Aquí Jorge Manrique, siendo ya comendador de Montizón, en agosto de 1467, hizo juramento de reconocimiento a Juan Pacheco, como Maestre de la Orden de Santiago. La tradición le ha puesto una “casa grande”, con un patio de columnas esbeltas.


  c) Alcázar de San Juan. Lugar donde, antes de los trenes AVE, sus vías cortaban el espacio en los cuatro puntos cardinales de España. Álvaro de Estúñiga, primo de Jorge Manrique, rivalizaba con Juan de Valenzuela por el priorato de San Juan. Jorge Manrique le ayuda y salen victoriosos en Alcázar de San Juan (José Víctor Jiménez Gómez). La batalla tuvo lugar el 7 de diciembre de 1470.


  3. Por sendas de Toledo.

  a) Ajofrín. En este lugar, Jorge Manrique venció el día 7 de diciembre de 1470, también, a Juan de Valenzuela. Debió ser una escaramuza dispersa, pues se refiere a la misma que la referida en el apartado anterior de Alcázar de San Juan (Cruz Martínez Esteruelas). Mientras pensamos esta ironía de la Historia, lo mejor es leer que: “Las mañas y ligereza / y la fuerza corporal / de juventud, / todo se torna graveza / cuando llega el arrabal / de senectud /.

  b) Toledo. En esta ciudad que ha venido a ser el compendio de la Historia y de las Artes en España, Jorge Manrique se casó en 1470 con Guiomar Castañeda Meneses Ayala y Silva, hija del primer conde de Fuensalida y de María de Silva. Los Reyes Católicos lo nombraron capitán de la Hermandad de Toledo. En la Biblioteca de Castilla-La Mancha (en el Alcázar) puede verse un supuesto retrato suyo (siglo XVIII), de la colección Lorenzana.

  c) Ocaña. Del 21 de octubre al 11 de noviembre de 1476, fueron las fechas del testamento y muerte del Maestre D. Rodrigo. Jorge Manrique con su madrastra, hermanos, familiares y criados, lo acompañaría en los últimos días de su vida. Y, ya para siempre, con la estrofa 33 de sus coplas: “después de tanta hazaña / a que no puede bastar / cuenta cierta / en la su villa de Ocaña / vino la Muerte a llamar / a su puerta /.


  4. En las tierras de Albacete

  a) Alcaraz. En las campañas de 1475, parece estar Jorge Manrique, con su padre y su hermano Pedro, en el asedio de la fortaleza de Alcaraz (Aurelio Pretel). En la plaza de esta ciudad de ahora, y por si se vuelve más hermosa, podemos leer los versos siguientes: “Nuestras vidas son los ríos / que van a dar en la mar, / que es el morir; / allí van los señoríos / derechos a se acabar / y consumir /.

  b) Riópar. A principios de 1475, todos los Manrique (desde Riópar y Cotillas) luchan por las tierras del Marquesado de Villena (Alcalá del Júcar, Munera, El Bonillo…[A. Pretel]). Tendría contento Jorge Manrique viendo los Chorros del río Mundo, ese espectáculo de un río naciendo como nuestras vidas.
  c) Chinchilla. Por pura lógica, puede afirmarse que Jorge Manrique estuvo en la ciudad de Chinchilla, pues, desde la Puebla de Guadalupe, a 31 de diciembre de 1478, los Reyes Católicos envían una carta dando poder a Jorge Manrique, para que, por las armas, se apodere de la ciudad de Chinchilla y otros lugares del Marquesado (Pedro Joaquín García Moratalla). Obsérvese que, por la fecha, sería una de las últimas batallas consignadas, unos tres meses antes de la fatídica de Garcimuñoz, de tanta memoria.


5. Cuenca era el destino.

  a) Castillo de Garcimuñoz. Luchando contra las tropas del Marqués de Villena, acaudilladas por Pedro de Baeza, Jorge Manrique fue herido de gravedad en la campaña del castillo de Garcimuñoz, recién inaugurada la primavera de 1479. La llamada Cruz de Don Jorge, en un monolito cerca de la población, recuerda el suceso. Aquí escribió Don Juan Manuel su Libro del Caballero y su Escudero. Jorge Manrique no estaba para versos.

b) Santa María del Campo Rus. A Jorge malherido en la batalla anterior, lo llevaron a su campamento cercano. Allí, en el parque de la población y junto al río, hay una estela con texto que sobrecoge al espíritu del viajero: “Caminante / que recorres / estas tierras: / recuerda que en este / prado que ahora pisas / a la orilla del río, / instaló en el otoño de 1478 / su campamento militar / el inmortal poeta / DON JORGE MANRIQUE / y en él vivió los / últimos meses de su vida /.

  c) Uclés. Como un final de jornada, aquí terminan los caminos de Jorge Manrique, enterrado junto a su padre y los suyos más allegados, en el monasterio que merecidamente se llama el Escorial de La Mancha. Y cómo no acordarse ahora de aquellos versos más verdaderos: “Partimos cuando nacemos, / andamos mientras vivimos, / y llegamos / al tiempo que fenecemos; / así que cuando morimos / descansamos” /.      
                                                                                                 Domingo Henares
 Prof. de Filosofía

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